pabl

a casa
Esta mañana he invadido su casa; cuando salí de allí, huida mas bien, me pidieron perdón. Nuestras miradas se cruzaron, cada cual con su carga de tristeza . La suya (dos cuerpos modelados por el frío y la indefensión) vacía de alcohol y de noche; la mía llena de pena y de culpa.
Dos mendigos ocupando el único espacio urbano que, a veces, escapa al control policial: un cajero.
Yo,ciudadana de bien, sacando dinero para la compra semanal. Para ellos el tiempo se detuvo ; ya no hay días, ni semanas, ni estaciones; solo frìo o calor.
Nos hemos cruzado en el mismo espacio reducido y feo. Han ocultado los ojos, sin arrogancia, sin rabia, sin fuerza, tetrabrick en el iris.
En una esquina del cubículo, dos cartones a modo de pared; detrás, una bolsa de colores con sus pertenencias:un vaso, un jersey, un periódico, colillas robadas en la acera.
Me pregunto si alguna vez estos dos hombres fueron niños.
En los cartones escrita con trazos gruesos e irregulares la dirección de su casa: cajero “General Ruiz”. Ningún otro desarrapado tiene derecho a esos cuatro metros cuadrados.
Es la ley de la calle.
El banco le da la bienvenida; teclee su número personal, no se cobrancomisiones…. Tecleo “mierda”. La clave no es correcta. Hoy no recuerdo ninguna otra clave. Mañana quizá.
Afuera llueve. Lloro

a casa
Esta mañana he invadido su casa; cuando salí de allí, huida mas bien, me pidieron perdón. Nuestras miradas se cruzaron, cada cual con su carga de tristeza . La suya (dos cuerpos modelados por el frío y la indefensión) vacía de alcohol y de noche; la mía llena depena y de culpa.
Dos mendigos ocupando el único espacio urbano que, a veces, escapa al control policial: un cajero.
Yo, ciudadana de bien, sacando dinero para la compra semanal. Para ellos el tiempo se detuvo ; ya no hay días, ni semanas, ni estaciones; solo frìo o calor.
Nos hemos cruzado en el mismo espacio reducido y feo. Han ocultado los ojos, sin arrogancia, sin rabia, sin fuerza,tetrabrick en el iris.
En una esquina del cubículo, dos cartones a modo de pared; detrás, una bolsa de colores con sus pertenencias: un vaso, un jersey, un periódico, colillas robadas en la acera.
Me pregunto si alguna vez estos dos hombres fueron niños.
En los cartones escrita con trazos gruesos e irregulares la dirección de su casa: cajero “General Ruiz”. Ningún otro desarrapado tiene derecho aesos cuatro metros cuadrados.
Es la ley de la calle.
El banco le da la bienvenida; teclee su número personal, no se cobran comisiones…. Tecleo “mierda”. La clave no es correcta. Hoy no recuerdo ninguna otra clave. Mañana quizá.
Afuera llueve. Lloro


a casa
Esta mañana he invadido su casa; cuando salí de allí, huida mas bien, me pidieron perdón. Nuestras miradas se cruzaron, cada cual con sucarga de tristeza . La suya (dos cuerpos modelados por el frío y la indefensión) vacía de alcohol y de noche; la mía llena de pena y de culpa.
Dos mendigos ocupando el único espacio urbano que, a veces, escapa al control policial: un cajero.
Yo, ciudadana de bien, sacando dinero para la compra semanal. Para ellos el tiempo se detuvo ; ya no hay días, ni semanas, ni estaciones; solo frìo ocalor.
Nos hemos cruzado en el mismo espacio reducido y feo. Han ocultado los ojos, sin arrogancia, sin rabia, sin fuerza, tetrabrick en el iris.
En una esquina del cubículo, dos cartones a modo de pared; detrás, una bolsa de colores con sus pertenencias: un vaso, un jersey, un periódico, colillas robadas en la acera.
Me pregunto si alguna vez estos dos hombres fueron niños.
En los cartonesescrita con trazos gruesos e irregulares la dirección de su casa: cajero “General Ruiz”. Ningún otro desarrapado tiene derecho a esos cuatro metros cuadrados.
Es la ley de la calle.
El banco le da la bienvenida; teclee su número personal, no se cobran comisiones…. Tecleo “mierda”. La clave no es correcta. Hoy no recuerdo ninguna otra clave. Mañana quizá.
Afuera llueve. Lloro


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