Pimpumpam

Páginas: 5 (1129 palabras) Publicado: 19 de abril de 2014
Margie incluso lo escribió aquella noche en su diar
io, en la página
encabezada con la fecha 17 de mayo de 2157. «¡Hoy,
Tommy ha encontrado
un libro auténtico!»
Era un libro muy antiguo. El abuelo de Margie le hab
ía dicho una vez
que siendo pequeño su abuelo le contó que hubo un ti
empo en que todas las
historias se imprimían en papel.
Volvieron las páginas, amarillas yrugosas, y se si
ntieron
tremendamente divertidos al leer palabras que permanec
ían inmóviles, en
vez de moverse como debieran, sobre una pantalla. Y
cuando se volvía a la
página anterior, en ella seguían las mismas palabra
s que se habían leído por
primera vez.
—¡Atiza! —comentó Tommy.—. ¡Vaya despilfarro! Una ve
z acabado el
libro, sólo sirve para tirarlo, creo yo. Nuestra pan
tallade televisión habrá
contenido ya un millón de libros, y todavía le queda
sitio para muchos más.
Nunca se me ocurriría tirarla.
—Ni a mí la mía —asintió Margie.
Tenía once años y no había visto tantos libros de tex
to como Tommy,
que ya había cumplido los trece.
—¿Dónde lo encontraste? —preguntó la chiquilla.
—En mi casa —respondió él sin mirarla, ocupado en l
eer—. En el
desván.—¿Y de qué trata?
—De la escuela.
Margie hizo un mohín de disgusto.
—¿De la escuela? ¡Mira que escribir sobre la escuel
a! Odio la escuela.
Margie siempre había odiado la escuela, pero ahora
más que nunca. El
profesor mecánico le había señalado tema tras tema
de geografía, y ella
había respondido cada vez peor, hasta que su madre,
meneando muy
preocupada la cabeza, llamó alinspector.
Se trataba de un hombrecillo rechoncho, con la cara
encarnada y
armado con una caja de instrumental, llena de diale
s y alambres. Sonrió a
Margie y le dio una manzana, llevándose luego aparte
al profesor. Margie
había esperado que no supiera recomponerlo. Sí que
sabía. Al cabo de una
hora poco más o menos, allí estaba de nuevo, grande
, negro y feo, con su enormepantalla, en la que se inscribían todas las l
ecciones y se formulaban
las preguntas. Pero eso, al fin y al cabo no era tan
malo. Margie detestaba
sobre todo la ranura donde tenía que depositar los de
beres y los ejercicios.
Había que transcribirlos siempre al código de perfo
raciones que la obligaron
a aprender cuando tenía seis años. El profesor mecán
ico calculaba la nota en
menostiempo que se precisa para respirar.
El inspector sonrió una vez acabada su tarea y luego
, dando una
palmadita en la cabeza de Margie, dijo a su madre:
—No es culpa de la niña, señora Jones. Creo que el
sector geografía se
había programado con demasiada rapidez. A veces ocu
rren estas cosas. Lo
he puesto más despacio, a la medida de diez años. R
ealmente, el nivel
general de losprogresos de la pequeña resulta satis
factorio por completo...
Y volvió a dar una palmadita en la cabeza de Margie.
Esta se sentía
desilusionada. Pensaba que se llevarían al profesor
. Así lo habían hecho con
el de Tommy, por espacio de casi un mes, debido a q
ue el sector de historia
se había desajustado.
—¿Por qué iba a escribir nadie sobre la escuela? —p
reguntó a Tommy.
El chicola miró con aire de superioridad.
—Porque es una clase de escuela muy distinta a la nu
estra, estúpida. El
tipo de escuela que tenían hace cientos y cientos de a
ños. —Y añadió con
tono superior, recalcando las palabras—: Hace siglos
.
Margie se ofendió.
—De acuerdo, no sé qué clase de escuela tenían hace
tanto tiempo. —
Leyó por un momento el libro por encima del hombro
de Tommyy
comentó—: De todos modos, había un profesor.
—¡Pues claro que había un profesor! Pero no se trata
ba de un maestro
normal. Era un hombre.
—¿Un hombre? ¿Cómo podía ser profesor un hombre?
—Bueno... Les contaba cosas a los chicos y a las ch
icas y les daba
deberes para casa y les hacía preguntas.
—Un hombre no es bastante listo para eso.
—Seguro que sí. Mi padre sabe tanto como...
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