Plutomio

Páginas: 27 (6526 palabras) Publicado: 19 de agosto de 2013








Plutomio








CAPÍTULO UNO. Noche intranquila.


Jim se levantó apesumbrado, con los ojos entrecerrados a causa de un muy mal sueño. Podía sentir que media conciencia estaba aún reposando sobre la almohada.
Caminó aparatosamente hacia la puerta de su habitación, y cuando iba a descorrer el cerrojo, oyó un extrañochillido, proveniente de la habitación aledaña. Sonaba como mil gargantas gimiendo en susurros. Escuchó con atención. El sonido bailaba en el aire, como si flotase, libremente. De repente cesó. Y un golpe sordo. Oyó a su padre roncar sonoramente, y decidió salir.
Vio cómo se cerraba la puerta que daba al vestíbulo, y gritó. Su padre saltó hacia la puerta, en busca del bandido. Jim, quien hasta ahoraestaba en shock, emprendió la persecución a través del pasillo. Oyó marcos de cuadros, floreros que se rompían y golpes a muebles al fondo del corredor. El intruso se había acorralado en el cuarto de baño. En lugar de tomar por destino una salida, había emprendido correría hacia allí. Oyó un cristal roto, y un grito. Entró, y vio como su padre se abalanzaba sobre el desgraciado, tumbándole al retrete.Jim tomó un adorno de porcelana y lo lanzó directo al rostro cubierto del extraño, que lo esquivó con dificultad. Para horror de Jim y su padre, el hombre sacó un revólver de algún oculto compartimiento en su vestidura, y, aún más sorprendidos, vieron cómo la ponía sobre su propia sien, y apretaba el gatillo.Sesos ajenos volaron por cada uno de los cuatro muros del cuarto, salpicando de sangre prófuga cada centímetro de alfombra, de concreto. Su padre saltó hacia la ventana, cubierto de una sangre nauseabundamente escarlata, y dijo:
-¡Se dio a la fuga, y lleva un arma!- y salió, dando saltos a través del pálido y somnoliento umbralmadreperla.
Jim se quedó de piedra, sin saber qué hacer. El escándalo había terminado, y solo por esto oyó, a lo lejos, alguien sollozando. Su madre estaba acurrucada en un sillón, frente a la cama. Su pálido rostro, cubierto de lágrimas amargas, se giró hacia él, impotente,paralizado, delgado y larguirucho.
Jim era un chico de dieciséis años, alto, inexpresivo y bien parecido. Tenía ojos cafés, generalmente distraídos y somnolientos. Su cabello, lacio y corto, era de color paja, lo que daba la impresión de que siempre estaba sucio. De pocas palabras, pero astuto y observador, prefería el silencio. Cuando conversaba, escuchaba diez veces lo que hablaba.Su madre, Jane, tenía cerca de cincuenta años, delgada, de rostro demacrado y esquelético. Sus cavernosos ojos mostraban una tristeza y desilusión infinitas. Rara vez decía algo, o sonreía. Otro detalle: era loca. Jim no sabía bien cómo había ocurrido, sólo recordaba una noche de marzo, él tenía nueve años, y se preparaba para irse a dormir. Su padre caminaba, nervioso, por toda lacasa, preocupado por Jane y su paradero. Llovía a cántaros. El abuelo, James, lo consolaba con ideas descabelladas.
-Nathan, hijo- oía Jim que le decía-ella está bien; seguramente tuvo una avería, y tuvo que pararse en el camino. Sabes que esto es muy desolado.
-Jane es desconfiada, papá-dijo la voz de Nathan-.Ella nunca entra a un lugar desconocido. Ya hubiese llegado, empujando el auto ellasola.
-No sé, quizá entró a un café de esos que tanto le llaman la atención a ella, o…
-No-contradijo Nathan, irritado-yo la conozco.
-O pudo ser que la multaron por empujar un auto bajo la lluvia-intuyó infantilmente James-, y por eso no llega.
-¡Papá! ¡No multan a alguien por esas idioteces! Ya cállate.
-Hijo-susurró el abuelo-, debes calmarte…
-¡Cállate! No sabes cómo me siento, deja tu...
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