Pobreza y Delincuencia

La afirmación de que “EL POBRE NO ES DELINCUENTE” y que la pobreza no justifica el accionar delictivo, es una manifestación que suele usarse con doble intencionalidad.

Por un lado suena comoprogresista cuando se presenta en oposición al estereotipo del delincuente marginal que se encuentra instalado en nuestra mente: Nos resulta sospechoso el joven con ropa en mal estado o que expresa unacultura diferente, mientras que el delincuente rico, por peligroso que sea, no nos inspira sensación de miedo ni de rechazo.

Pero por otra parte la afirmación de que “EL POBRE NO ES DELINCUENTE”también se utiliza para negar o minimizar la incidencia de la pobreza sobre los índices de violencia y criminalidad.

En este sentido la frase se incorpora al discurso de quienes pretenden resolver eltema de la seguridad desde el status quo, sin cuestionar la permanencia de la pobreza.

Sabemos que la pobreza afecta la igualdad de oportunidades tanto para el acceso a la educación como para laincorporación al proceso productivo y laboral cada vez más competitivo y excluyente.

Las crisis económicas agudizan la opresión y la exclusión de los sectores sociales más postergados.

Las penuriasque sufren los pobres les impide alcanzar un mínimo de dignidad en sus vidas, y los niños son los más afectados por la pobreza: sufren desnutrición, (que redundará en incapacidades intelectualespermanentes), abandono, deserción escolar, presencia en las calles, trabajo impropio y posteriormente muchos de ellos ingresan casi inevitablemente en el ámbito delictivo o del vicio porque crecen en lascalles donde ejercen su dominio las organizaciones delictivas.

En los sectores más humildes, obtener los recursos vitales exige esfuerzos laborales a toda la familia, ambos padres deben salir atrabajar en desmedro del cuidado y atención de los hijos, lo que provoca cierto grado de abandono.

Cuando el padre no consigue obtener los recursos necesarios para asegurar a la subsistencia de la...