poemas

Recuerdos de un desmemoriado


David Harold Rodríguez Guerra
2013

© Reserva de derechos de autor
A mi padre
Aquel pequeño viento parecía
Mover nuestra galera
Al puerto de un abrazo,
En tanto las sonrisas
Invadían tu rostro y el mío.
Mis piernitas trataban de correr al compás de mi corazón
Y mis ojos vidriosos te veían jugar conmigo.
No existía el agreste campo de pastosgreñudos,
Ni el balón escondiéndose bajo tus muros,
Ni los años serios en casa.
Sólo era tu espíritu y el mío,
Sin rencores, sin trabajo
Y sin pudor.
No gastaba fuerzas en arrebatarte algo;
Hubiera corrido tras de ti aún sin la esfera entre tus muros.
Cual dos niños, divertidos y felices, jugamos.
Y aunque no hayamos vuelto a ese rincón
Ni a retozar de tal manera,
Hoy que el recuerdo camina enmi mente
Dulces lágrimas mojan mis mejillas.

Oculto en el Colca
Dejaste tras de ti a tu mujer
Y caminaste solo en el escarpado.
Deseaste en un momento haberte despedido bien,
Pero ya estabas tarde,
La paz que esperan los viejos te esperaba a ti,
Y mientras pisabas en falso y caías,
Tus gritos fueron mudos.
Huesos rotos
Y sangre esparcida
Quedaron luego de medio kilómetro deapresurada andanza.
Un misterio, como los mil diarios,
Sólo pudo ser tan atendido contemplando la penuria de tu padre…
Tu padre... magno, sin llanto y siempre sobrio,
Con la pañoleta en el pecho,
Los sacos noventeros
Y el mismo marrón sombrero.
Ojalá allí acurrucado, con la túnica roja
Ocultando el líquido elemento que nos hace vivir,
Hayas visto aunque sea como a avispas
A las navesestatales buscándote,
Y sabido que nadie se olvidó de ti.
El infortunio, Dios, la montaña,
Rosario o un tardío rescate,
Ahora da lo mismo si todos, o algunos,
Te ayudaron a cruzar un inacabable puente
De varios días y noches de borrascas, frío y tierra muerta.
El mismo octubre que me punza a escribir
Te devolvió a casa,
Mientras en las calles la muchedumbre pasea al Señor de los Milagros
Juntoa tu cuerpo amoratado dentro de un cajón de plata.
Sólo te imagino observando al infinito,
Doliéndote en el alma
Y escuchando el Cóndor Pasa al compás del cañón.

A mi diosa del deseo
El cercano galope acelera su paso
En mi pecho descubierto
Surtiendo el efecto inesperado
Y llevándome al cautiverio de tu silencio.
Clavo mi mirada en tu frente
Mientras mis ásperas manos cogen tu cintura,Y tu dorso encorvado golpea la pared celeste
Tras la que aparece una precipitación cruda.
Me dices que las bocas, nuestras bocas,
No se hicieron para hablar,
Que no en vano son amplias, mojadas y rosas,
Características también de tu intimidad.
El tacto en el habitáculo es brusco
Y las ropas están desparramadas.
La cama es un diminuto campo
Para tamaña guerra.
Los potros aplastannuestras masas
Uniéndonos en frenéticos actos
Que me hacen vencedor momentáneo encima de ti
A la vez que las hermosas plantas de tus pies se topan en mi espalda.
Cuando los maltratos son excitantes
Y los insultos no son blasfemias
La tira blanca de la concordia exuberante se desprende de mí
Y nos rendimos ambos.

A mi madre y a mi abuela
El sol deja caer sus líneas luminosas,
Rompiendo lasblancas nubes y
Cayendo sobre el llano campo multicolor,
Mientras un frondoso y tranquilo bosque,
Tras mi cuerpo esperándote,
Se mueve repentinamente
Casi sólo para hacerme saber que existe.
En el aire, rebeldes a la ley,
Se elevan dientes de león,
Combinándose en una danza con angélicas mariposas.
Todo demás suele ser celeste.
Nada satisface ni distrae mi mirada,
Sólo deseo tupresencia,
Observando hasta donde la luz se burla de mí
Y mi recuerdo se aleja de tu muerte…
El paisaje se ha movido con furor
Y mi cuerpo aún sigue firme,
Los pétalos de león que veía danzar
Junto a agraciadas mariposas
Han caído, presas exageradas de la gravedad.
No hay sol ni nubes surcan el cielo;
Un espeso humo negro contamina mi fantasía.
Una corbata roja cuelga informal de mi pecho,...