Por qu ha matau eso animalito

¿Por qué ha matau eso animalito? Cesáreo Gómez

En una ocasión andaba yo trabajando por Puelches (Cura-Có) buscando un medio para regresar a General Acha, cuando el juez de paz del lugar, excelente funcionario, el señor Lana, ofreció llevarme en su Ford A, invitándome a la vez a hacer un recorrido dando una gran vuelta para ver el Río Salado que venía creciendo y de paso cazar unos avestruces,si podíamos en un salitral detrás de las cierras de Lihuel Calel. El Río Salado, por años seco, esta vez traía aguas por la sueltas del Atuel en el Ni-huil, en Mendoza. Hacía muy poco tiempo, menos de dos meses, yo lo había cruzado muy arriba, desde Limay Mahuida a Arbol de la Esperanza y el cauce estaba totalmente cegado por la arena acumulada en años, y ahora estaba ya por entrar a la Dulce,ciento cincuenta km más abajo, ello daba una idea de la fuerza de la correntada y el trabajo del agua.

Con la consiguiente emoción llegamos a un lugar donde el río venía angosto, por terreno llano y se me ocurrió calcular los metros cúbicos por segundo, midiendo con un palo la profundidad, unos tres metros, calculando la anchura y con ayuda del reloj y un tronquito lanzado al agua, la cantidad demetros recorrida en un minuto. De ahí en más, las operaciones aritméticas correspondientes. Calculamos con mi compañero la extensión de las lagunas La Dulce y Urrelauquen, un porcentaje de absorción y evaporación y le dije al señor Lana: - dentro de tantos días ustedes tendrán el agua pasando por el puente de Cura-Có. Tiempo después lo vi de nuevo, este me dijo que mi pronóstico había sido acertadoy de la admiración de los vecinos a quienes se lo comentó. - Cosas de la casualidad- dije yo, y así lo creo firmemente.

Observé que la laguna Urrelauquen es de fondo liso como un billar, excepto por donde comienza a irrumpir el río, que traza en el lecho un tajo bien definido de cinco a ocho metros de profundidad, de lo que saqué la conclusión que no hay que engañarse con estos espejos de aguapor donde uno puede caminar cientos de metros o kilómetros, y de repente se encuentra con un zanjón. Muy confortados con el espectáculo de la venida del río, que llenaría las lagunas, traería prosperidad a los vecinos, pastos a los campos, flamencos y toda clase de aves, además de peces que se multiplicarían en la paz del señor de esas lejanías, encaramos la segunda parte de la invitación, que eranunos avestruces en ciertos salitrales detrás de las sierras.

Allá fuimos con el Ford A, que entre paréntesis se portaba muy bien y, tras andar varias leguas llegamos a un extenso salitral que, como casi todos, estaba rodeado de un tupido monte. Vimos de muy lejos la bandada de avestruces que andaban sin trabas y a su albedrío por el salitral y me dijo el señor Lana, “Agarre la escopetita delcatorce que está en el piso y los cartuchos en el bolsillo de la puerta y apúnteles al cogote, con una munición que los toque será suficiente”; todo ello sin dejar de manejar a cincuenta o sesenta kilómetros por hora, arrimándonos a los gallardos animales, que ya comenzaban a tomar carrera pero sin salirse del salitral.

La función de tirador me tenía un poco nervioso, pues era la primera vez quetenía que tirar “al cogote” y en movimiento, la presunta presa y el cazador. Afirmé el cañón del arma sobre el marco de la ventanilla y comencé a guiar al conductor para que fuese el automóvil quién apuntase y con voz queda le decía “A la derecha, más, más; un poquito a la izquierda” y así hasta que un enhiesto cogote apareció en la mira, apreté el gatillo y sentí los golpes del animal contra latierra dando varias vueltas carnero, mientras corriendo, porque don Lana – que seguramente no era la primera vez que lo hacía- me decía “¡Dejemosló vamos a correr a los otros…!” y emprendimos veloz carrera interponiendo el automóvil entre la bandada y el monte, el que en ningún momento los avestruces intentaron abordar…Se puso el segundo cogote en la mira: oí los mismos sordos golpes contra el...