Porqué 2 x 2 es igual a 4

Porqué 2 x 2 son 4

Era julio de 1966 que, con casi 8 parvularios años de edad, llegaba a Culiacán proveniente de Guadalajara Jalisco. Educado en la recitud religiosa de las franciscanas, no conocía el mundo más allá de las austeras paredes del orfanato donde pase mis primeros años de vida; no obstante pienso que ese corto periodo puso en mi las bases de una mente inquisidora de todo lo queveía y escuchaba en mi entorno; la escuela y el nuevo contexto en que continué mi crianza no podrían borrar lo que con duras palabras me enseñaron las madres de esa disciplinada orden religiosa.

Me dijeron que tenía que ir la “escuela” a recibir educación y conocimientos que me prepararán para la vida, me enseñarían a leer y escribir, a “sacar cuentas” y otras cosas que debía aprender de loslibros que me darían en ese lugar. No lo niego, me emocione y con apremiantes ademanes urgía a mi recién conocida mamá que me inscribiera y me llevara a la escuela porque quería aprender mucho aunque fuera de esas personas que, con mucho respeto, les decían profesor(a); quería saber aunque no fuera a través de las que yo llamaba “madres”.

En los primeros días de septiembre me llevaron a la“escuela”. Armado con un lápiz “berol” y un cuaderno “Paquito”, recuerdo que íbamos caminando por calles y callejones para llegar al lugar donde me enseñarían; era la Anatolio B. Ortega en la colonia Jorge Almada. La entrada era una puerta cuadrada de mala herrería pintada de color blanco donde una persona de amable sonrisa recibía a los pequeños y no tan pequeños recién llegados que alegres unos entrabansaludando a otros ya conocidos pero los primerizos mostraban su desacuerdo en permanecer ahí haciendo berrinches, llorando y suplicando que no los dejaran alegando como estrategia que “querían estar con su mamá”, otros lanzaban lastimeros pucheros apoyando su negativa con copiosas lágrimas, dejándose caer al suelo en señal de rebeldía, era tal su oposición que cuando al fin lograban franquear lapuerta y no por voluntad propia, los tutores prácticamente huían del lugar dejando a los niños pegados a la reja inconsolables.

¿Esta es la escuela? Seguramente debe ser el lugar de terribles tormentos de los que me platicaban las monjas cuando los niños se portan mal y estos deben haberse portado muy mal seguramente, pensaba. Por un momento dudé y quise que, como apenas unos meses antes, meenseñaran puras madres.

Así las cosas, atravesé aquel portón que me separaba de los adultos para entrar en los dominios de los enseñadores que esperaba no fueran aquellos seres místicos que imponían severos castigos a los párvulos mal portados y sobre todo a aquellos que no aprendieran. Pero ahí sucedió la primera sorpresa; algo habían acordado mi mamá y un señor que llamaban “el director” cuyonombre escapa a mi mente, el caso es que mi primera visita oficial al plantel fue a un cuarto pequeño que le decían “la dirección” donde permanecí por aproximadamente una hora en lo que resolvían mi destino dentro de ese lugar; y me repetía “prefiero las madres”.

Al fin me hicieron levantar y me condujeron a un “salón” con puerta metálica, su interior era algo apenumbrado con dos ventanales quedaban poca luz que se perdía en los colores café oscuro abajo y amarillento en la parte de arriba. La sala tenía cuatro mesas largas y anchas rodeadas de sillas metálicas con una altura acorde a la estatura de los alumnos, una especie de closet también metálico y una mesa de madera sobre una plataforma de concreto donde estaba sentada, en una silla igualmente de madera, la que sería mi “maestra”por ese año. Me sonrió y recibió mi profesora diciéndome que con ella aprendería muchas cosas y me invito a tomar un lugar; agradecí el gesto, eso me habían enseñado las madres.

¿El grado? Era segundo año. Ahí estaba, sentado como me habían instruido: con la espalda recta pegada al respaldo de la silla por demás incomoda, lo pies juntos, recién bañado y ropas impolutas, peinado al estilo...