posliberalismo

El posliberalismo y la izquierda en América latina[*]
Beatriz Stolowicz Weinberger
Marchas y contramarchas, ¿todo igual?
América Latina sigue siendo una región de espasmos sociales y contrastes políticos. Estallidos y luchas sociales alimentan el optimismo sobre la potencialidad de cambio que poseen, y por la acumulación de experiencia y conciencia que producen en los pueblos. Al mismo tiemposeguimos observando que son intentos de resultados desiguales, algunos con retrocesos, desvíos de la dirección originalmente tomada, lo que produce cierta desazón sobre las posibilidades de que las energías sociales condensadas episódicamente puedan caracterizar una fase ascendente de la resistencia hacia procesos de acumulación de fuerza política consistente, que permita frenar y hacerretroceder la renovada ofensiva del capital.
Esto obliga a reflexionar si el escenario permanente de crisis sociales y políticas puede caracterizarse como la crisis del neoliberalismo en América Latina. Su desprestigio es creciente, como también lo es el descrédito de la derecha, comprobado en la tendencia de crecimiento electoral de las fuerzas políticas que manifiestan su oposición al neoliberalismo.Pero ninguno de estos dos elementos son indicadores de que la derecha haya perdido capacidad de iniciativa política para manipular los signos de crisis en beneficio propio, y no pueda incidir –como lo hace- sobre el campo opositor al neoliberalismo para neutralizar su potencialidad de cambio.
La dificultad para avanzar políticamente desde la crisis social la venimos analizando desde hace unosaños. Señalando que las condiciones estructurales confieren una aguda disparidad de fuerzas a favor de los sectores dominantes, pero que hay otros factores a considerar en la debilidad de los dominados. Entre ellos, el modo mismo como se piensa la crisis. Predominan las lecturas mecanicistas, aunque de signo opuesto: unas que ven en cada episodio de crisis social o política la crisis terminal delneoliberalismo; y otras que, con conciencia de que el capitalismo tiene hoy mucha mayor capacidad que hace 80 años para contrarrestar sus crisis con recursos ideológicos y tecnológicos, niegan el impacto de las contradicciones como catalizadores de procesos políticos, y no encuentran más opción que la adaptación.  Ambas obstaculizan la gestación de fuerza política popular.
Al hablar de la crisissocial, no nos referimos solamente a fenómenos episódicos, sino a una época histórica que previsiblemente será prolongada. Tiene un origen estructural, dada la naturaleza de este capitalismo especulativo y neocolonial, que agudiza las contradicciones, sobre todo en economías destruidas  y con mayorías sociales en la miseria. Es por ello una crisis crónica, con una gran potencialidad de cambio, perocuyo devenir está condicionado por la acción política de las fuerzas opuestas. Los sectores dominantes tienen conciencia de la naturaleza de la crisis y la enfrentan con perspectiva estratégica, con visión de largo plazo, para recuperar la estabilidad de la dominación. Por esta razón, las marchas y contramarchas de las luchas populares no pueden ser vistas como el perpetuo fluir del lógicamenteaccidentado proceso de acumulación de fuerzas, como si se tratara de un continuum histórico, de una tendencia lineal cuyo avance se dedujera de las contradicciones y los rechazos crecientes al orden social actual. Las contramarchas también pueden expresar avances políticos e ideológicos de los dominantes. Porque la política es  relacional, que hace que todos y cada uno de los actores sociales ypolíticos se configuren no sólo por lo que aspiran a ser sino por lo que los otros los condicionan a ser o hacer.
Del lado popular, las luchas siguen siendo, en su mayoría, esencialmente de resistencia, acciones defensivas, en lugar de la intervención consciente sobre los procesos para modificar su dirección, para modificar las relaciones de fuerza de manera suficiente como para frenar y revertir...