Profesor De Lenguas

El Puente, Bajo el Signo de Virgo.

“Este hombre en marcha sobre la tierra
que gira...va también, como todos
nosotros, caminando dentro de si mismo”
Marguerite Yourcenar


Cuando Gabriel se despertó, optó por mantener los ojos cerrados. Deseaba mantener la imagen borrosa de su antiguo internado en la retina de la memoria. De ese modo, apesar de tantos años, pudo volver a conjurar en su visión interior la lúgubre fachada neogótica del Hades[1] de su niñez: el internado.

El gran colegio Champagnat de los Marianistas de Nuestra Señora de Lujan se elevaba solemne sobre una ladera del río Lujan, la única vía de acceso desde la ciudad era un puente peatonal, arco de acero tendido sobre un brioso caudal. Agua y acero, azulmariano del manto de la Virgen y negras sotanas de sus religiosos, ternura y rigidez –elementos de vida y anti-vida-, signos contradictorios de rotación que habrían de regir la infancia de Gabriel.

El gótico francés, reflexionó Gabriel en la oscuridad, fue un despertar que alboreó una nueva época de luz en la civilización europea. Esbeltos templos de vidrio donde los artesonados de piedra tienenla fragilidad de los vitraux[2] y la resistencia del acero, como si los mismos materiales de construcción aspirasen a negar su propio peso para así expresar mejor la incorporeidad del espíritu[3]. Un anhelo nada sorprendente en una época donde las catedrales fueron cánticos de amor en piedra a Notre Dame – la Madonna Negra- .

Para los alquimistas de antaño, Ella era la personificación deleterno femenino que radica en el alma de cada hombre y de cada mujer. Pero el edificio que ahora iba surgiendo a la vista de Gabriel a medida que éste cruzaba el puente peatonal de la mano de su madre, parecía ya proyectar una sombra tenebrosa sobre su destino. La fatalidad, que como bien se sabe, es caprichosa, dispondría que la travesía del niño sobre esta Estigia[4] fuese acompañada de alegresmelodías. La música surgía de un pequeño parque de atracciones en la orilla opuesta del colegio, en la proximidad de un embarcadero fluvial. Sin embargo, para el pequeño las alegres notas musicales se iban descomponiendo en ominosos ecos de una vida que se desvanecía: él iba a ser entregado a la custodia de unos hombres que, en nombre de la Virgen, negaban espacio a ese elemento que en el Tao seconoce por Yin[5]. Desde ahora, el color y la alegría le estarían vedados. Sólo la mano de la madre lo anclaba todavía a la felicidad. Pero llegó el momento en que las manos se desprendieron. Y no fueron sólo las manos, sino que algo más se desgarró. Gabriel habría de recordar, muchos años después, la colosal soledad de ese momento en el oscuro pórtico del colegio. En aquel momento, la puertaojival enmarcaba la silueta de una Virgen que se alejaba disipada por la fulminante luz del mediodía. Tan solo unos minutos más…, y el puente recobraría su solitaria austeridad. Nunca hubo una despedida más triste. Esta era la despedida a todas las mujeres de este mundo: Vírgenes, esposas, amantes, santas y pecadoras. “¿Pero de la madre?” “¿Puede uno verdaderamente despedirse de ella para siempre?”“No”, sonrió Gabriel en la oscuridad -“Las madres nos esperan siempre en la otra orilla”-, se dijo en voz alta.

Días después, Gabriel se encontraría en Estocolmo. Un seminario sobre la obra de Mario Vargas Llosa lo había llevado allí. Durante la última charla una joven de extraordinaria belleza irrumpió en la sala de conferencias. Gabriel la reconoció de inmediato, pues la llevaba en su alma desdesiempre.

Pero no, no iría a saludarla al final de la conferencia durante la recepción de cierre - al Ánima[6] nunca se la saluda- es sumamente peligroso, advierte Carl Gustav Jung[7]. Con fingido despego, Gabriel consideraba esta nueva burla del Destino: ¡la presencia inquietante de su Ánima, dos horas antes de tomar el tren de regreso! ¡Venirle con esas bromas pesadas a él!, ¡que...