Profesora De Castellano

ESPEJISMOS

-¿Tienes mucho calor? Si quieres, entramos'.. A las cinco de la tarde el mar resplandecía bajo el ardor del sol de julio. Era un momento sofocante. Ni un asomo de la brisa mediterránea que habitualmente se deslizaba por los arcos del porche, adelantando el frescor del agua, abajo, en la cala. -¿Quieres tumbarte un rato? -insistió la madre. Blanca negó con repetido movimiento decabeza. -No, mamá. Estoy muy bien aquí. De veras. uNunca en julior, había dicho Blanca cuando le anunciaron su decisión de retirarse a vivir a la isla, tres años antes. Cuando el padre se jubiló en el hospital, cerró su consulta y cumplió lo que siempre había prometido a Marcela. uNos retiraremos a tiempo. Pensaremos, escribiremos, leeremos, tomaremos el sol. Yo tengo fichas para varios libros y tú,tú siempre has dicho que el tiempo se te iba sin saber cómo, que estás harta de la Biblioteca y
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quieres poner orden en tus notas, tus traducciones... Seremos dos viejos estupendos. Ya lo verás... Y dejaremos en Madrid lo superfluo, lo agotado¡ lo gratuito..., A Blanca esos planes la habían sorprendido muy poco. Estaba harta de oírles hablar de aquel proyecro que le parecía lejano, remoro,pero que un día había cristalizado sin esfuerzo. La casa ya existía. E¡a la casa de los veranos, las navidades, Ias semanas santas de su infancia. La casa de la isla que se alzaba en un promonrorio sobre una cala pequeña, con una playa solitaria y un camino que ascendía serpenteando desde el mar hasta el porche. Cuando Blanca era niña el padre le contaba histo-

rias de piratas que habían utilizadoaquel puertecillo natural como un refugio para sus desembarcos clandestinos. La infancia allí había sido deliciosa. Pero más ta¡de la adolescencia, con sus urgencias y su avidez de cosas nuevas, la empujó fuera de aquel lugar. Thmbién, de una forma de vida que encerraba rescoldos de un sueño juvenil que sus padres nunca habían abandonado. Así que, cuando le hablaron de la retirada inmediata yurgenre, ella se habla limitado a decir: uMuy bien. Os visiraré en cualquier momento del año. pero nunca
en

julio...,

Porque

julio era el mejor mes en las playas del nor-

re, el mes con más luz y los días más largos. El mes preferido de Blanca. Sin embargo era julio*y Blanca eriab"

allí, con su marido, en un viaje ineiperado. uTenía ganas de escapar de los niños, aunque fuera
15por poco tiempo>, explicó Blanca. Y Marcela iba a decirle: uNos hubiera gustado tanto tenerlos aquí...r, pero no dijo nada. Ahora estaban solas las dos, después del almuerzo, sumergidas en una sobremesa lenta y reposada. Derrumbadas en los sillones de mimbre rehuían mirar hacia abajo, hacia el reflejo cegador del agua. -Tir padre y Luis estarán dormidos en la cubierta, a la sombra de alguna caladel este... -dijo la madre. Y Blanca no contestó. Tenía los ojos cerrados y aparentemente descansaba. Las ojeras azuladas destacaban más sin el brillo, oculto, de los ojos. uTles hijos son muchos hijosr, pensó Marcela. uAunque no trabaje, aunque tenga alguna ayuda, aunque esté arropada por la familia de Luis...o Un temblor de angustia oscureció el recuerdo de la mañana con los baños repetidos una yotra vez, la comida preparada entre las dos, uensalada y pescado y fruta, el menú de la isla, ya sabes, Verás como estos dos nos traen más peces...o. La mañana había sido se¡ena. Habían hablado poco, embargadas por el placer de estar juntas. -Los niños son estupendos: sanos, alegres, guapos, listos... -dijo Blanca inesperadamente, como si reflexionase en voz alta. Y la madre no contestó esperandoque prosiguiera su confidencia. Pero ella se detuvo en seco y se limitó a sonreír levemente. Más tarde, cuando el vino del almuerzo encendió el fervor de la conversación, Marcela había dicho: -Qué bien has organizado tu vida, Blanca. Como

tú la soñabas. Ya desde pequeña nos decías: yo quiero
rener un marido guapo y muchos hijos y una casa grande. Nos reíamos contigo pero luego resulta que...