Psicóloga Social-Técnica En Prevención De Adicciones Y Drogadicción
Me levanté temprano.
Anoche tuve una actitud infantil, quizás con mi familia. Les dije que estaría ocupada todo el día, y que llegaría no antes de las 9 ó 10de la noche.
Dejé todo organizado y repartí tareas entre mis hijos que me miraban como me preparaba la ropa para el día siguiente. Mi día de descanso. Mi día.
Hace año y medio, más o menos quetrabajo todos los días del año, sábados y domingos incluidos en el raid laboral, sin vacaciones, ni estivales, ni invernales, en mi otoño jugando a la primavera.
Me sentí como tirando de una mochila contoneladas de plomo por la barranca del cansancio.
La única que sospechó algo con una mirada cómplice fue mi hija.
Preparé el bolso con mi cuaderno, una lapicera, alguna hoja de dibujo, y dos otres carbonillas. Alguna fruta…, por ahí compraría medialunas y tomaría algún cafecito en la terminal de lanchas del Tigre.
No hay nada que me produzca tanta paz como las islas, algo parecido al abrazode quienes amo. (Ese río color madera!)
Era tan mía esa soledad acompañada por mí misma que, mirá vos, mentí, en todo caso, omití el destino del recorrido por mis pensamientos en algún muelle.Bajé de la lancha colectiva en el codo del Sarmiento, en la boca con el Capitán, de ahí caminé entre la vegetación y la excitación por recorrer las “cuadras” de isla que me separaban de Rama Negra Chica,un bracito medio oculto de río a casi una hora de lancha.
Hace más de veinte años solíamos ir con la madre de mi amiga a una casita, de esas tan típicas que se construyen sobre altos pilares demadera, por si la inundación, y para estar más cerca de los pájaros, tal vez. Ella pescaba y yo le cebaba mate, y cuando en el anzuelo venía alguna mojarrita, inmediatamente “la salvaba” devolviéndolaal río.
En medio de esos recuerdos, la brisita húmeda del lugar le dio a mi respiración un oxígeno poblado de algo así como de inmensidad, de ser parte del paisaje, de la naturaleza, y “funcionar”...
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