Puentes como liebres

Puentes como liebres. Iremos, yo, tus ojos y yo, mientras descansas, bajo los tersos párpados vacíos, a cazar puentes, puentes como liebres, por los campos del tiempo que vivimos. Había oído mencionar su nombre, pero la primera vez que la vi fue un rato antes de subir al vapor de la carrera. Mis viejos y mis hermanas habían venido a despedirme y estaban conmovidos, no porque viajara a BuenosAires a pasar una semana con mis primos sino porque a mis dieciséis años nunca había ido solo “al extranjero”. Ella también estaba en la dársena pero en otro grupo, creo que con su madre y con su abuela. Fue entonces que mamá le dijo discretamente a mi hermana mayor: “que linda se ha puesto la hija de Eugenia Carrasco. Pensar que hace dos años era solo una gurisa.” Mamá tenía razón: yo no podía sabercómo lucia dos años atrás la hija de Eugenia. Pero ahora en cambio era una maravilla. Delgada, con el pelo rojizo sujeto en la nuca con un moño, tenía unos rasgos delicados que me parecieron casi etéreos y en el primer momento atribuí esa visión a la neblina. Luego pude comprobar que, con niebla o sin niebla, ella era así. Al igual que yo, viajaba sola. Poco después, ya con el barco enmovimiento, nos cruzamos en un pasillo y me miro como reconociéndome. Dijo “¿Vos sos el hijo de Clara?”, exactamente cuando yo preguntaba: “¿Vos sos la hija de Eugenia?” Nos avergonzamos al unísono, pero fue más cómodo soltar la risa. Tomé nota de que, cuando reía, podía ser una picara que se hacia la inocente o viceversa. Inmediatamente cambie mi rumbo por el suyo. Iba pensando preponerle que cenáramosjuntos y ensayaba mentalmente la frase cuando nos encontramos con el restaurant, así que se lo dije. “Y mira que tengo plata.” Me gusto que aceptara de entrada, sin recurrir al filtro de negativas e insistencias tan usado por los adultos en los años treinta. “Ah, pero somos algo más que el hijo de Clara y la hija de Eugenia ¿no te parece? Yo me llamo Celina” “Y yo Leonel”. El mozo del restaurant nostomo por hermanos. “Que aventura”, dijo ella. Me pregunto si sabia en que estaba pensando. Que iba a saber. “Bueno, estoy pensando. Que iba a saber. “bueno estoy pensando en la cara que pondría mi abuela si supiera que estoy cenando con un muchacho”. Albricias: el muchacho era yo. Y el mozo me preguntaba si iba a pedir el menú económico. Por supuesto Y el mozo que preguntaba si mi hermana también.Y ella que si claro, por algo somos inseparables. Se fue el mozo y dije ojala que. Me di cuenta que había conseguido desorientara. Ojala fuéramos inseparables. Entendió ella que era algo así como una declaración de amor y era. Cuando estábamos en el churrasco ella dijo que hasta ahora no se había enamorado, pero quien obtenía sobresalientes en matemáticas. Ami también me entusiasman lasmatemáticas exclame radiante y hasta me lo creí, pero solo era una mentira piadosa, ya que entonces las odiaba. Pensar que hace dos años era solo una gurisa.” Mamá tenía razón: yo no podía saber cómo lucia dos años atrás la hija de Eugenia. Pero ahora en cambio era una maravilla. Delgada, con el pelo rojizo sujeto en la nuca con un moño, tenía unos rasgos delicados que me parecieron casi etéreos y en elprimer momento atribuí esa visión a la neblina. Luego pude comprobar que, con niebla o sin niebla, ella era así. Al igual que yo, viajaba sola. Poco después, ya con el barco en movimiento, nos cruzamos en un pasillo y me miro como reconociéndome. Estuvimos un rato mirando el agua, que golpeaba y golpeaba, pero hacia frio y decidimos sentarnos adentro, en un sofá enorme. Saben lo que es eso. Esperoque no sea nada serio lo de tu mama. Gracias, y buen viaje, dijo marta. El azar estuvo esta vez remolón ya que la ocasión siguiente solo apareció en 1965. Yo ya no trabajaba entre los fierros. Unos meses después de la muerte de mi mama, el viejo me llamo muy solemnemente y me comunico, que su propósito era hacer cuatro porciones con el dinero y los poc0os bienes que tenía; él se quedaría con...