QUE VIDA DE PERROS

QUE VIDA DE PERROS, PETARDO
Petardo marcha a La Paz. De tamaño medio y proporciones firmes pero escuálidas, con brotes de lana en el pelo oscuro sucio y una pañoleta roja en el cuello, este ejemplar de quiltro mestizo ha decidido sublevarse contra su amo, tras años de incondicionalidad.
Su fidelidad canina lo ha hecho olvidar golpizas e indiferencias por largo tiempo. Fiel a su rol de perroguardián de la integridad de la propiedad, Petardo ha callado mientras el amo y sus cercanos cosecharon y prosperaron de la huerta y el granero que a él desde siempre le tocó cuidar.
Petardo ayudó a este amo a echar al anterior, que era “neoliberal, injusto y miserable”. Nunca un gracias, quizá si las sobras o los huesos, pero nunca una retribución justa, o al menos proporcional al esfuerzo de proveery resguardar los bienes del nuevo patrón.
Ahora petardo sabe que eso de “padre” era un mero eufemismo; que hijos son los que comen de tu olla y en tu mesa. Cuando te toca comer las sobras y tu lugar está debajo de los comensales, sabes que tienes dueño, patrón, no un padre. Qué duro es Petardo asimilar que jamás serás tratado como igual; que detrás de la incidental sobada de lomo y el elogioverbal a la “importancia” de tu lealtad, hay desprecio por ti.
Cinco años atrás, ya Petardo tuvo un brote de rebelión: se interpuso entre la casa del patrón y el granero por 19 días, evitando a plan de ladrido y gruñido que colectara las viandas y frutos de los que a él nunca dio parte. También él pasó hambre, pero consiguió amistarse y la promesa de que su camada de críos recibiría atención médica yque algo de tanta prosperidad se quedaría para él.
Petardo cuenta, y ya son cinco años de absolutamente nada. Por eso marcha hasta La Paz. Allí ladra fuerte, hace suertes y mueve la cola para llamar la atención de su patrón. Palos, gases y encierro, es el pago por la insolencia de haberse rebelado. Al patrón no le importa su hambre o su pobreza, sino el principio de autoridad.
La gente se conmuevede Petardo, simpatiza con él nadie nunca pensó, que después de la “revolución en democracia”, de años de bonanza económica, aviones de lujo y turismo del linaje real, el custodio de toda esa prosperidad viviera tan mal. “Qué vida de perros Petardo”, le dice un estudiante, mientras lo acompaña a protestar.
Su amo se burla una y otra vez de él. Lo llama a juntarse y luego le hace el quite, lo tratade alejar con un señuelo del pórtico de su casa; llevarlo del otro lado de la verja, al patio de atrás, para que sus peones le den una paliza. Pero Petardo ya sabe, ya conoce y no cae.
Ahora Petardo ha entendido. Del patrón nada hay que esperar, las soluciones se las provee uno mismo ¡Gruñe, ruge y finalmente muerde!
Algo se ha roto entre él y el patrón. Emprende el retorno al granero. Allí ha deesperar que el patrón lama sus heridas y venga a castigarlo. Allá ha de estarlo esperando Petardo. Entre ellos algo se ha roto. Su camada debe estar consciente, unida. El amo vendrá a dividir, a tratar de someterlo con jaurías de perros “de alquiler”, a enfrentarlo con los suyos, a engañar otra vez.
Pero petardo sabe y espera. Ahora entiende que ese es su granero también. A ladrido y rugidoechará al capataz y al casero del amo a la calle. Y cuando el amo vuelva por la cosecha y por un “Si” a todo lo mal que actuó, Petardo y los suyos van a rugir un contundente “No” con acento federal.
Ese es el ladrido que al amo no le gusta, es al que el amo teme. Ahora Petardo entendió, ahora sabe. Si todos los perros ladraran lo mismo por una noche, cuántas cosas cambiarían
Erick Fajardo Pozo, el Día.Scz.



EL CLAMOR DE POTOSÍ 
POR LUCIA ARAUJO
Como el cóndor que surca las cumbres
Yo nací, por azar en los Andes 
Y orgulloso como el de mi estirpe 
Me sentí ser el rey de los grandes
Sin embargo pasado los años, 
Se cumplió la severa advertencia 
De que el Cerro no era arca nuestra,
Que los hombres venidos de lejos 
Dueños eran de todas sus vetas.
Blasonado yo fui por los reyes.
Un escudo me...