quijotez muerto
AB. En su trabajo aparece una Bogotá que discrimina, usted habla de centro, norte y sur. ¿Cómo percibe esta dinámica?
MM. Bueno, en principio sí. Por supuesto la mayor zona,digamos de miseria de Bogotá se encuentra hacía el sur, si pensamos en Monte Blanco, Bella Vista, La Aurora, Barranquillita, Ciudad Bolívar, Sierra Morena, Usme, Bosa o Soacha, estamos en el occidente y en el sur, y es evidente que esa es una afirmación verdadera. Sin embargo, creo que poco a poco se ha venido empobreciendo la clase media y han venido surgiendo cordones de miseria también hacia elnorte de la ciudad, entonces comienza una población de tercer y cuarto mundo a florecer un poco en todas partes y un poco en todos lados. Entonces ya es difícil ubicar, aunque sigo creyendo que la división es cierta y es verdad. No olvidemos que nosotros pertenecemos a la zona más injusta del planeta: América Latina, por los estudios y las últimas publicaciones de la UNICEF tiene unos niveles desegregación social y unas diferencias, digamos de poder adquisitivo entre lo que sería la clase trabajadora y la clase rica opulenta que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo y en ningún otro continente. Creo que eso es muy evidente en Bogotá y eso salta a la vista en un pequeño recorrido de cuarenta y cinco minutos por la ciudad.
AB. ¿Cómo un escritor que pertenece a la clase alta serelaciona con un submundo tan bajo, tan clandestino como el que describe usted en algunas novelas escenificadas en el centro o el sur de Bogotá?
MM. Por lo que le acabo de decir Álvaro, porque salgo de mi casa a los diecisiete, dieciocho años... estudiaba medicina en la Universidad Nacional y después ya cuando me paso a estudiar Filosofía y Letras tengo que salir de la casa. Soy prácticamenteexpulsado de la familia y me toca comenzar a rebuscarme la vida y comenzar un poco como a estar en la guerra diaria y cotidiana. Soy un estudiante que por un lado logra entrar a una universidad privada, pero que por el otro no tenía para comprar zapatos, y no tenía ni con qué trasportarme hasta la universidad y muchas veces tenía que irme a pie. Esos fueron cinco años donde mis compañeros diarios depensión y de inquilinato no fueron los burgueses ni fue la gente más adinerada, todo lo contrario era la gente más dolida que estaba con el peso encima y con las botas de la clase rica sobre el cuello. Eso me dio una sensibilidad, me implicó por supuesto unos niveles de solidaridad y unos niveles también de hermandad que no olvidé a lo largo de toda mi vida y a los que sigo perteneciendo. Sigo...
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