Relatos húmedos

No les he dicho a mis hermanas que pensaba pasar una temporada en “La
Selva”. Como siempre Mariana me perseguiría todo el día recordándome que mis
pulmones no soportan la humedad, que no me cuido lo suficiente y que ella está
cansada de ejercer de hermana mayor, preocupándose siempre por mi salud. Rosalía
sabe que ese frente esta de sobras cubierto, así es que puede recrearse en otros temas,que si estaré muy sola, que si no me conviene apartarme de la gente que me quiere,
total que al final acabaríamos a gritos las tres, como de costumbre desde que mamá no
está. Se que las dos tienen razón; fue el abuelo Germán el que bautizó la casa con ese
nombre. Nos contaba que la humedad que se desprendía del suelo, se enredaba por las
paredes y llegaba hasta los tejados, le recordaba susaños de juventud pasados en la
selva colombiana. Mis pobres pulmones se resienten en ese caserón de paredes
rezumantes, pero en cambio mi imaginación se incha como un globo y en lugar de
gotas húmedas derrama relatos que pugnan por ser escuchados.
Todo empezó en uno de aquellos veranos de nuestra niñez, cuando llegábamos a
“La Selva” cargados de maletas, después de dejar atrás mesesinterminables de tedio,
soñando con acabar la escuela y zambullirnos en el misterio de los bosques que
rodeaban la casa y desenterrando empolvados cachivaches en el desván.
El abuelo solía relatarnos lo que él llamaba“aventuras”, y que no eran más que
“recuerdos adornados” según mi abuela Antonia. A nosotras no nos importaba
demasiado el título que le dieran a la historia; nos bastaba dejarnos llevarpor el ritmo
de esa voz ronca para sumergirnos en un mundo desconocido, exótico y verde, muy
verde. Así se llenaban las tardes de lluvia, que no eran pocas. Los relatos siempre
empezaban de la misma manera: “Niñas, os dais cuenta de como la humedad se pega
a la piel de vuestros brazos, cuando yo viví en Colombia, hace años y años, podías
sentir las gotas saliendo de los poros y se te aguabahasta la mente, recuerdo una
vez....”
Mucho tiempo después, cuando ya los abuelos habían muerto y nosotras
habíamos dejado atrás la niñez, me gustaba volver siempre que podía a la Selva. Allí
mi mente se recargaba lejos del asfalto de la ciudad y los “relatos húmedos” del
1

abuelo tomaban vida de nuevo, salían de las paredes, se asomaban a mis páginas y
quedaban prendidos en ellas. Volvíana la vida y yo los atrapaba para que el mundo
disfrutara de ellos. Fue así como empezó mi carrera literaria. Con los años mis
novelas fueron madurando, cambiaron de tema, pero nunca olvidé cual fue su fuente
primera ni la voz ronca del abuelo Germán.
Ahora la casa esta agotando sus últimas fuerzas; ya es muy difícil repararla y
pronto será engullida por la vegetación, más o menos como meencuentro yo misma.
Mariana y Rosalía no

-2lo saben todavía, pero pienso quedarme allí hasta el final. No puedo imaginar un lugar
mejor para poner el broche final a una vida tan ligada a esas paredes y desde luego
será el escenario perfecto en el que dejar volar por última vez la imaginación y
permitir que la voz del abuelo me acompañe una vez más. Mi último relato será el
más auténtico, elmás sentido, el más vivido. Será mi confesión y mi adiós.
Necesito contar como conocí a Rita y lo que significó para mí su amistad.
Fue hace treinta años. Yo siempre quise pisar con mis propios pies las tierras
que recorrió el abuelo en su juventud y en cuanto conseguí reunir un poco de dinero
volé a Bogotá con la intención de recorrer el país. Buscaba reconocer en esas tierras
los paisajesfantásticos que él nos describía.
Tras instalarme en el hotel, fui a visitar a la familia Espinosa. El patriarca, Luis
Espinosa, había sido compañero de aventuras del abuelo Germán y su hija Rita me
recibió encantada de conocer por fin a un miembro de “los asturianos”, como Luis nos
llamaba. Lo que yo anticipaba como una toma de contacto con el país antes de iniciar
su exploración, se...