rfyrdurt
Páginas: 9 (2072 palabras)
Publicado: 12 de mayo de 2013
ó
complacido el divertido relato de Absal
ó
n y Listo Nicol
á
s; y aunquehubo diversidad de opiniones, la mayor
í
a lo acogi
ó
con risas y chanzas. Nadie se enfad
ó, siexceptuamos al administrador, Oswold, pues era carpintero de profesi
ó
n. Con ira apenascontenida, se quej
ó
y murmur
ó
un rato:Por vida m
í
a, ojal
á
pudiera devolverte esta jugada. Sin duda alguna podr
í
a ofuscartecon mi relato. Pero la edad senil no es mezquina. Se ha acabado el verano, y llega el turnoal invierno. Mis blancos cabellos, al igual quemi coraz
ó
n, denuncian mi edad. Pero mesucede a m
í
lo que a los n
í
speros. Tales frutos s
ó
lo son comestibles si est
á
n pachuchos o se
cos. Igual acontece con los entrados en a
ñ
os: maduramos cuando envejecemos; bailamos sisuena la m
ú
sica. Nuestro deseo se ve ensombrecido por una cruz
112
; tenemos hojas blancasy ap
é
ndiceverde, como los puerros. Aunque nuestra vitalidad decrezca, no carecemos dedeseos lujuriosos. Hablamos sobre lo que no podemos ejecutar. Bajo nuestras cenizas seesconden rescoldos ardientes.»Poseemos cuatro fuegos: vanidad, falsedad, ira y avaricia, que perviven hasta lam
á
s avanzada edad. Aunque nuestros miembros est
é
n imposibilitados, estos fuegos siguenactivos. Yo tengo dientes depotrillo, aunque ha pasado mucho tiempo desde que empec
é
adisfrutar de la vida. Desde que nac
í
, la muerte ha destapado el barril de la vida, y
é
sta hafluido incesantemente, de forma que el tonel est
á
casi vac
í
o. Mi arroyo vital ya s
ó
lo goteapor el borde. La lengua halagadora puede rememorar «haza
ñ
as» de anta
ñ
o. Pero la senectuds
ólo tiene chochez.Cuando nuestro anfitri
ó
n hubo escuchado este exordio tom
ó
la palabra conmayest
á
tica realeza:¿En qu
é
se resume toda esta sabidur
í
a? ¿En hablar toda la ma
ñ
ana sobre lasEscrituras? ¿El diablo que convierte a administradores en predicadores? ¿Podr
í
a hacerloigual con zapateros, marineros o m
é
dicos? Adelante con tucuento. No pierdas tiempo.Mira; ya que estamos en Deptford
113
, ya son las siete y media de la ma
ñ
ana. Greenwich
114
patria de muchos rufianes, se divisa a lo lejos. Ya es tiempo de que empieces.Escuchen, se
ñ
ores replic
ó
el administrador: espero que nadie se quejar
á
si lepropino al molinero un buen revolc
ó
n. Es algo leg
í
timo: donde lasdan, las toman.»Este borracho de molinero nos ha contado c
ó
mo fue burlado un carpintero paratomarme el pelo a m
í
, que tambi
é
n soy de este oficio. Con vuestro permiso me voy adesquitar empleando sus mismos t
é
rminos groseros. Le pido a Dios que le parta su duracabeza. Puede ver la mota en mi ojo sin distinguir la viga en el suyo.
5. EL CUENTO DEL ADMINISTRADOR
EnTrumpington
115
, no lejos de Cambridge, serpentea un arroyo cruzado por unpuente. A una ribera de esta corriente se yergue un molino en donde y os estoy contando laverdad vivi
ó
un molinero durante muchos a
ñ
os. Era orgulloso y pagado de s
í
mismo como
112
Cfr.
II Corintios
XII: 7.
113
A cuatro millas de Southwark.
114
En estapoblaci
ó
n, pr
ó
xima a Deptford, Chaucer vivi
ó
unos cinco a
ñ
os.
115
Situado a unos tres kil
ó
metros al sur de Cambridge
P
á
gina 52
La Biblioteca Virtual dePoesya.compresenta: Geoffrey Chaucer – Cuentos de Canterburyun pavo real; sab
í
a tocar la gaita, cazar, pescar, remendar las redes,...
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