RITCHIE Comida y Civilizacion cap 4

Capítulo 4
L a cocina medieval

Coníida y civilización

(le haber pasado las uvas p o r las manos de un centenar de
e r m i t a ñ o s , volvieron de nuevo a San M a c a r i o , que se c o n g r a t u l ó
de las pruebas de ab.st¡nenc¡a que h a b í a n demostrado sus hermanos, y que se n e g ó , a pesar de t o d o , a c o m é r s e l a s . . . D u r a n t e la
cuaresma, San M a c a r i o ayunabatodo el día, y a veces no c o m í a
nada en absoluto durante dos o tres días seguidos. N o obstante,
los d o m i n g o s se p e r m i t í a tomar una hoja de c o l cruda, y era tal
su fama y sus testimonios de austeridad que le p r o c u r a r o n en su
tiempo una gran cantidad de admiradores.

/:/ monacato

Reacción

contra ¡a gula

U n a reacción bastante previs ble que siguió a la caída del
i m pe r i o , consistió en un dist; nciamiento de la v i d a lujosa
que llevaban los proceres ro\. L o s p r i m e r o s cristianos a t r i b u y e r o n la caída de R o m a a los excesos en que
había desembocado, y aun< ue los padres de la Iglesia
solían insistir en los sexuales ya hemos visto que fueron
los relativos a la mesa los q i : t u v i e r o n más responsabilidad en el d e r r u m b a m ie n t o - el m u n d o occidental.
C o m o reacción a la giotí lería y al abuso del v i n o que
caracterizó a los últimos tic apos de! i m p e r i o r o m a n o , los
ermitaños y anacoretas cg pcios comían apenas lo sufi^
ciente para mantenerse viv Í S .
E l jefe y el patrono de ios r' clusos ( e s c r i b a L o r d C u r z o n ) fue
el grati San M a c a n o de Alcjai d r í a . . . L a a b n e g ac i ó n y la austeridad fueron sus grandes prcoc paciones, y se cuenta que h a b i é n dole regalado un viajero un á c i m o de uvas, se lo e n v i ó a otro
c o m p a n e r o , cí cual se lo mar, l ó a im tercero, y al final, d e s p u é s

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europeo

L a automortificación del m o d e l o de San M a c a r i o resultaba m u y adecuada para los monjes del desierto, obligados
p o r el sol ardientea hacer el m e n o r ejercicio p o s i b l e , pero
unas pocas alubias n o permitían a ningún religioso, p o r
m u y entusiasta que fuese, el resistir los rigores de los
inviernos europeos. L e correspondió a San B e n i t o , u n
monje italiano, elaborar una regla monástica que c o m p a ginara la satisfacción de las necesidades de la s u p e r v i v e n cia diaria c o n la espiritualidadascética del monacato
oriental. B e n i t o de N u r s i a redactó las normas de su o r d e n
en t o r n o al año 530, en la abadía de M o n t e c a s s i n o , que
aún se mantiene en pie a pesar de los repetidos asaltos y
bombardeos que t u v o que sufr: • durante la Segunda
Guerra Mundial.
L a esencia de la regla bcnedict na era su h u m a n i d a d .
N o estipulaba que sus monjes tuv esen que a y u na r todos
los días del año, c o m o ordenaba \a de San B a s i l i o ,
que sigue siendo preceptiva par . los monjes griegos.
Prescribía una alimentación sufici .'nte, escasa, p e r o adecuada. Incluso permitía que los i lonjes pudiesen beber
u n a m e d i d a de v i n o diariamente.
E l hecho de que San B e n i t o noderase el ascetismo
oriental i"':irn n n e 'le adaptase n ns necesidades <\rl'^s
h o m b r e s normales, no destruyó a espiritualidad de los
benedictinos, y e n c a m b i o a u m c n l H m u c h o su p r o d u c t i v i d a d . A San B e n i t o siempre le p n ocupó ia eficacia, y a s í

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Carson I. A . Ritchie

resumió en su máxima Laborare esC orare, «Trabajar es
orar», la esencia de su pensamiento. P o r supuesto, sobra
decir que el sentido de su afirmación se refería atrabajar
para m a y o r gloria de D i o s , y n o para la obtención de una
ganancia i n d i v i d u a l .
L o s benedictinos llevaron su regla a rajatabla. C a d a
monasterio era u n a c o l m e n a laboriosa d o n d e florecía
tanto la agricultura c o m o la industria, s i n o l v i d a r el
c u l t i v o del arte y la literatura. E n el scriptorium,
los
calígrafos trabajaban en la c o p i a...