San Valentin

Era una noche hermosa. La luna cuarto creciente iluminaba lo suficiente como para apreciar su verdadero brillo, cada vez que las luces artificiales de la calle eran menos, cada un par de cuadras. Ya hacía un buen rato que Cris caminaba solo, escuchando un disco de Jazz en su reproductor de música. Había dudado si era una buena idea el exhibirse solo en la calle con un aparato de aquellos, yaque, como pensó Cris, hay quienes gustan de hacerse de los bienes ajenos siempre que les es posible; pero el disco de Jazz ameritaba el riesgo.
Un riff de guitarra se repetía una y otra vez, subiendo y bajando de tono sobre la base del bajo y la batería; un órgano danzaba sobre los primeros, mientras los vientos (estridentes saxos y trompetas) hacían lo suyo, quedando el conjunto como una sublimeobra de arte.
Cris no podía evitar moverse con la música, nadie podría, pensó él. Pero en el fondo sabía que su parecer no era más que eso: una apariencia. Cuando alguien siente algo tan adentro que su ser entero se vuelve para apreciarlo, uno cree que el mundo entero ha de sentir lo mismo. “Uno nunca se enamora de una mujer que no sea la más hermosa”. Cris sonrío para si mismo.
El amor.Todo un mundo de seres humanos dispuestos a dejar que sus hormonas controlen sus actos, entorpeciéndolos, haciéndolos más lentos. Que horror.
Las ideas del caminante venían a él con cada acorde. En realidad Cris no pensaba siempre de esta forma, lo que ocurre es que ese lunes era San Valentín. No es que a Cris le importara la fiesta rosa importada del norte, hecha para vender ositos de peluche ybombones, pero su pasado inmediato no le permitía, por así decirlo, empaparse del espíritu festivo.
Se prendió un cigarro, dio unas pitadas y miró la luna. Que hermoso vicio, de cuantas penas compañero, de cuantas alegrías testigo. Siempre que a Cris le decían que fumaba demasiado él respondía que ya sabía, y que no le importaba, que da algo había que morir y que él ya había elegido elcigarrillo.
“Che flaco!” aquella voz llego a Cris por sobre su música y por sobre sus pensamientos “¿Tenés fuego?” Cris se paro en seco, mirando a aquel hombre morocho, alto, flaco, muy flaco, cuyas ropas rotas cubrían solo parcialmente su cuerpo, dejando un torso tatuado al desnudo. “¿Tenés fuego?” repitió el hombre. Mientras Cris tanteaba en sus bolsillos el tipo no paró de acercarse. Cuando seencontraba a solo un palmo de Cris, saco un pedazo de vidrio de su bolsillo y lo presionó contra el pecho de este.
Cris miro el arma blanca que le lastimaba, miro al agresor a su cara y luego de vuelta al vidrio. Notó que el ladrón estaba agitado, miraba hacia ambos lados constantemente, como si tuviera un tic, aunque ambos supieran que en esa esquina nadie pasaría…
“¡Dame todo, dame todo!”fue la orden que el preocupado hombre le dio a Cris. Este, que en un principio, como respondiendo a un instinto, había levantado sus manos, las bajo lentamente, dio un paso atrás para evitar el contacto con aquel filo y dijo “Esta bien, esta bien. Tranquilo” sacó los auriculares de sus orejas, fumo un poco más de nicotina y dijo: “¿no sos vos el que me esta robando? Soy yo el que tengo que estarnervioso” “¡no me agites que te corto! Dale, dame todo”. Cris lo miro a los ojos “yo te doy lo que tengo, pero tranquilo, se supone que vos controlas la situación, ¿no?” A esto el indigente pareció reaccionar, empezó a respirar más pausado y dijo “bueno, esta bien, dame todo lo que tengas” esta vez lo había dicho más lentamente, como si las palabras de Cris hubieran realmente llegado a lo quequedaba de su conciencia. Tal vez era esto o tal vez era que se había dado cuenta de que nadie pasaría realmente por allí, o que él era el que estaba armado, mientras que su victima no.
“Bueno” dijo Cris “¿querés mi mp3? Tomá, igual creo que la música que tiene no es de la que te gusta a vos, solo tiene jazz… ¿mi celular? Viste que es un poco viejo, pero supongo que igual te sirve… aguanta,...