Saudade

Eliecer entonces se quedo mirando por la misma ventana por la que había visto partir a su padre ocho años atrás por primera vez. Sentía tantas cosas juntas que no sabia si era rabia, odio, decepción, lastima, compasión o simplemente confusión por no encontrar el motivo que había hecho hacer a su padre contraer matrimonio con una estadounidense y procrear hijos con la misma. Se inmovilizó mirandola ventana y divisando a su progenitor marchándose en ella mientras llegaba a su pensar el vago recuerdo de cuando presenció aquella tragedia llorando y gritando internamente, a quien llamaba papá, que regresará con el. Al irse el recuerdo con angustia y los ojos inundados en lágrimas se preguntó a sí mismo:
— ¿Cuándo dejaste de ser mi padre? Hace ocho años cuando te marchaste sin voltear averme; hace cinco que regresaste sin nada y volviste a abandonarme, o ayer, que le avisas por un mísero papel a mi madre que te haz casado y vuelto a tener hijos, y que además ya no podrás mantener a esta familia que parece haz desechado. ¡Dime cuando!...papá.
CAPITULO I
Era 1995 y en Matamoros, cerca del rio Bravo, vivían pobres familias llevas de deseos y esperanzas vanas, una de aquellasfamilias era la de Eliecer, un pequeño niño de cinco años que habitaba con sus padres y sus tres hermanos. La vida para el no era cruel ni dolorosa, o por lo menos él no la sentía de ese modo.
Todo comenzó un día de agosto lluvioso y lleno de tormentas. El agua se colaba por entre las paredes y las hacia mas mortales cuanto mas las humedecía; el techo goteaba y su madre colocaba cubetas bajo lasgoteras mientras cargaba al bebé de la familia. El pequeño lloraba sin cesar y la señora se notaba cada vez mas desesperada.
— Eliecer, corazón, ve a arropar a las gemelas para dormir y acuéstalas.
— Si madrecita, en seguidita lo hago.
Eliecer lo hizo con rapidez y veló la noche de sus hermanas hasta que éstas quedaron profundamente dormidas.
— Ya esta, mamacita, ¿no necesita nada mas?
— No amormío, ven, siéntate a mi lado... ¿hace frío verdad?, corre y abrígate con mi chalina.
Al moverse el niño, la puerta se abrió muy de pronto y entró su padre mojado pero sonriente. Eliecer saltó hacia él y con mucho cariño le beso en la mejilla saludándole.
— ¡Papi, papi! ¿Cómo estás? ¿Qué te ha pasado?
— Nada hijo mío, solo me he mojado con la lluvia. ¿Cómo estás tu mujer que te noto tancansada? – Se dirigía hacia su esposa — ¿Qué te ha puesto en ese estado de ánimo?
— Nada, nada, solo las goteras de esta casa — contestó ella con una cálida mirada y un tono acariciador en la voz — pero dime ¿qué tal tu día?
— ¡Hay mujer mía! — contestó el suspirando hondamente el padre de Eliecer – te he dicho que seria mejor irme al norte para terminar con esto de una vez por todas, entiéndememujer y no me mires así, tendríamos dólares en lugar de pesos y quitaríamos estas molestas goteras, además de mejorar nuestra casa. Vamos señora mía, deja que migre al otro lado para poder darte algo mejor ¿si?, te prometo que regreso sano y salvo.
— ¡Hay mi amado Ricardo!, yo no se si eso sea correcto. Y si te accidentas o te me mueres a medio desierto, ¿qué haré yo sin ti?
— Tranquila mujer,que nada malo me sucederá, tú deja que me vaya…
— ¿A dónde papi? — preguntó Eliecer confundido. Su padre se inclinó hacia él, tomo un largo respiro y mirándolo con ojos decididos y acariciadores le respondió:
— Escucha bien, hijo mío, haya cruzando el río hay empleo y una paga favorable, si yo me voy un par de años para allá podré mejorar su calidad de vida y esta casa en la que vives confrío. Regresaría y entonces regresaría para quedarme y poder convivir con ustedes en lugar de sobrevivir, como lo hacemos ahora.
Eliecer miró a su padre sin saber que responder, se había quedado boquiabierto. Se volvió con su madre para observar su expresión, pero ella solo ocultó su rostro inclinándolo como si mirara al bebé que traía en brazos. Entonces escuchó de nuevo a su papa:
— Hijo mío,...