Se parece tanto al amor.
Los psicólogos y psiquiatras coincidían: el problema no era neurológico, el problema era emocional. Cada que llegaba alguien o algo nuevo a mi vida la emoción y felicidadduraba, como máximo, una semana, y así como llegaba se esfumaba. No importaba qué métodos usaran o qué tantas terapias tomara, el problema seguía siendo el mismo. Y francamente, a mí no me importaba, yoestaba bien así. Veía cómo la gente sufría terriblemente por amor, por dinero o por ser felices y yo estaba tranquilo al poder evitar todo eso.
Eran las vacaciones de verano cuando mi padre mepidió que saliera a caminar un poco, que me despejara, según él. Me levanté del sofá y lo hice, no por que realmente lo quisiera hacer, sino porque quería fumarme un cigarro bajo el gran roble que hay ennuestro jardín.
Me quité los zapatos y caminé descalzo, sintiendo esa agradable sensación en la planta de los pies. Me recosté bajo el árbol y me fumé lentamente un cigarro. Cuando me disponía aregresar a casa, escuché un pequeño lamento que provenía de los arbustos que colindan con el jardín del vecino. Al acercarme lo primero que vi fue un par de pequeños ojos asustados y llenos de tristezay al estar ya frente a los arbustos me encontré a un pequeño cachorro que se había quedado atorado en el ramal. Cuando lo cargué me di cuenta de que estaba muy malherido, así que lo llevé a casa paracurar sus heridas.
El veterinario fue muy claro: estaba malherido e iba a necesitar varios días de cuidados si queríamos que se curara. Mis padres voltearon a verme y yo asentí, sabiendo que esareciente preocupación y cariño solamente me iba a durar un par de días.
Durante los siguientes días Shiva (era hembra) tomó su medicamento y su alimento con mucho recelo. Era muy desconfiada, nopermitía que nadie se acercara mucho a ella. Seguramente recordaba todas las heridas que tenía que apenas estaban sanando y no quería salir herida nuevamente. Afortunadamente poco a poco fue confiando...
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