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Quizá al abordar el tema de la globalización desde la perspectiva eclesial, el primer gran problema al que nos enfrentamos es la carga de significados que ya trae consigo la palabra globalización. Para algunos, ésta es una palabra tan mala como las peores, pues les significa: voracidad, imperialismo económico, desigualdad, lucha cultural, secularización, dispersión, pérdida de identidad, enfin... Para otros, globalización es justamente lo contrario: unidad entre países y culturas, diálogo interétnico, espíritu ecuménico, democracia, tecnología, libertad de expresión, acortamiento de distancias, conocimiento, comunicación eficiente e instantánea, el primer paso a la utopía de una sola Humanidad.

Como se ve, ambas interpretaciones pueden, en uno o más sentidos, ser ciertas. Sin embargo«globalización» puede tener un significado más trascendente. Global es lo que se refiere a la totalidad de nuestro globo, a todos los que vivimos en este planeta llamado Tierra. La idea de unidad, de una sola Humanidad no es nueva, y en esto la Iglesia tiene mucho que enseñar, puesto que pese a su espíritu universal -Católica- la Iglesia procura encontrar en la diversidad y riqueza de cada cultura,los valores trascendentes y universales del Evangelio; lo que no sólo es posible, sino necesario para el recíproco desarrollo de la Iglesia que peregrina, la Iglesia en la Tierra.

La globalización es una realidad que confeccionan muy pocos actores, pero que tiene su impacto en el resto de la Humanidad (por las comunicaciones, los mensajes en los medios, la destrucción del medio ambiente, losacuerdos comerciales, los bloqueos...). Hasta el momento la globalización ha mostrado más que un espíritu democrático y de pluralidad, un afán de invasión cultural cuyo motor son los acuerdos comerciales. Ante esta realidad son miles en todo el mundo los que han lanzado voces de alerta y de protesta. Irónicamente, estos frentes de protesta son también “globalizados” al unirse entre sí por medio delas redes de comunicación como el internet, la telefonía satelital y la televisión.

Queda pues de manifiesto que los medios que hacen posible la «globalización» no son el problema. El peligro radica en la dinámica deshumanizadora que ha caracterizado a estos primeros años de globalización. La Iglesia tiene un reto enorme, porque además de la evangelización de los pueblos, ahora tiene frente así la evangelización de las relaciones entre estos pueblos. La unidad, la democracia, la libertad, el conocimiento del «otro», de su cultura; son algunos de los aspectos positivos que la Iglesia puede rescatar de una dinámica en la que ciertamente ya estamos inmersos.

El Evangelio y la vida sacramental son de hecho nuestra columna vertebral; es la vivencia del mensaje y no el mensaje por sí solo,lo que nos hace que podamos llamarnos verdaderos cristianos. Este hecho es una enseñanza que debe mostrarse a los que en una tendencia siniestra, comienzan a dar más valor a los mensajes mediáticos que a su propia vida, restándole valor a sus raíces culturales y a su experiencia personal.

Claves para dar un rostro humano a la globalización


Las etnias de México
corren peligro ante laglobalización.

Las propuestas de Juan Pablo II para vivir en la “aldea global”

Las protestas de organizaciones que luchan contra la globalización, consideradas por los sociólogos como el primer gran movimiento de contestación del siglo XXI, plantean una pregunta clara: ¿es suficiente la protesta, con violencia o sin ella, para hacer que la nueva coyuntura sea más justa?

Juan Pablo II, en losúltimos años, ha dedicado tiempo y energías para aplicar las propuestas de la doctrina social cristiana a este nuevo fenómeno. Veamos cuáles son.

Debe ser un hecho humano
Ante todo, es muy importante aclarar, como lo hace el Papa en sus discursos, que la globalización es un hecho humano. Por ello, «a priori -explica- la globalización no es ni buena ni mala. Será lo que la gente quiera que...