Solamente Amigos Sisman Robyn

NDICE
Uno 4
Dos 10
Tres 18
Cuatro 23
Cinco 27
Seis 33
Siete 40
Ocho 45
Nueve 51
Diez 55
Once 61
Doce 68
Trece 76
Catorce 85
Quince 89
Dieciséis 98
Diecisiete 102
Dieciocho 103
Diecinueve 107
Veinte 117
Veintiuno 123
Veintidós 131
Veintitrés 138
Veinticuatro 141
Veinticinco 148
Veintiséis 154
Veintisiete 158
Veintiocho 162
Veintinueve 166Treinta 176
Treinta y uno 179
Treinta y dos 181
Treinta y tres 187
Treinta y cuatro 195
Treinta y cinco 196
Treinta y seis 200
Treinta y siete 201

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 205


Uno
A toda prisa, Freya se quitó lo que llevaba puesto y se quedó de pie en ropa interior, contemplando su reflejo. Quería tener el mejor aspecto para Michael aquella noche. No había tenido tiempo de ir acasa a cambiarse y no le quedaba más remedio que arreglárselas en el estrecho servicio de señoras que estaba en la planta de abajo de la oficina, con aquella luz despiadada y el típico olor a humedad de los sótanos. El vestido nuevo colgaba de la puerta del cubículo; no era el clásico negro ni tampoco uno a lo vampiresa de piel de leopardo, sino un elegante vestido de mil dólares, de un tono rosaclaro y resplandecientes destellos gracias a unos adornos geométricos de cuentas opalescentes; un atuendo de cenicienta, elegido para darle un aspecto femenino y delicado como el de una muñeca de porcelana. Esa era la imagen que quería conseguir, menos femme fatale, más... sencillamente femme.
«¿Por qué no vamos a algún sitio especial? –le había propuesto Michael mientras desayunaban el lunes porla mañana–, algún sitio donde podamos hablar.» De inmediato, una batería de preguntas asaetearon la mente de Freya: hablar ¿de qué?, ¿por qué no podían hacerlo en el apartamento? Prefirió no preguntar y optó por irse de compras.
Sin embargo, durante toda la semana las palabras de Michael no dejaron de martillearla, como una bomba de relojería instalada en la boca del estómago. ¿Había llegado elmomento? ¿Por fin estaba a punto de convertirse en Señora de, podría refunfuñar sobre la situación de los colegios y el estado del césped de su urbanización?
Con cierto temblor en la mano, abrió el grifo y se mojó las mejillas con agua fría. Ahora tocaba la fase de embadurnarse con la pintura de guerra. Empezó a maquillarse: lápiz perfilador para oscurecer las pálidas cejas; un poco de rímel paracentrar en foco el casi transparente azul de sus ojos. ¿Qué barra de labios? Obviamente, el Geisha Carmesí estaba pasado de moda, y lo mismo podía decirse del Inocente Vestal, reliquia de una aventurilla con un artista que la dejó por una de diecisiete. Aaajá: Rubor de Beso; ese sí era adecuado. Se lo extendió con soltura sobre los labios y forzó una sonrisa para comprobar con satisfacción elperfecto contraste del blanco de los dientes entre el rojo. «Yo uso hilo dental, tú usas hilo dental, y que Dios bendiga a la industria dental norteamericana.»
¿Y si no era lo que ella estaba pensando? Quizá Michael solo quería hablar del nuevo recibo de la comunidad o ultimar los detalles de su viaje a Inglaterra. Freya ladeó la cabeza para colocarse un pendiente mientras sopesaba esa posibilidad. Ladescartó. Michael era abogado, y además hombre. Seguir costumbres fijas era su segunda piel. Todos los años se compraba los trajes en las rebajas de enero; siempre dos, siempre Armani, bien en azul marino o en gris marengo. Llamaba a su madre todos los domingos a última hora de la tarde (así conseguía salvar la diferencia horaria con Minneapolis); tenía su ataque anual de alergia el 2 de febrero,coincidiendo con el Día de la Marmota, y sus propinas eran siempre el diez por ciento justo del importe de la cuenta. Nada en Michael era impredecible, gracias a Dios. Si quería «hablar», era porque tenía algo importante que decirle.
Manteniendo con dificultad el equilibrio a lo flamenco, primero sobre una pierna y luego sobre la otra, Freya consiguió subirse las medias hasta arriba, para...