Sor Juana Ines de La Cruz

Páginas: 5 (1243 palabras) Publicado: 11 de enero de 2015
Otros / La muerte de Sor Juana Inés de la Cruz, por Carmen Saucedo Zarco
El calor, el viento y los súbitos aguaceros con los que vivimos estos días, nos pueden dar una idea de lo que padecían los habitantes de la Ciudad de México en abril de 1695: los rayos del sol concentraban las aguas residuales estancadas en las calles y acequias (canales en los que la inmundicia se acumulaba)convirtiéndose en focos de polución que el viento diseminaba. Las partes secas del lago de Texcoco nutrían la atmósfera citadina de un fino polvo que causaba males en los ojos. Periódicamente, con mayor o menor virulencia, las enfermedades hacían estragos entre una población carente de conciencia higiénica.
Fue en este clima propicio cuando comenzó una epidemia de “tabardillo” o “fiebre pestilencial” —como sele conocía entonces al tifo exantemático, enfermedad relacionada con los piojos del cuerpo— dentro de los muros del convento de San Jerónimo, habitado por más de un centenar de mujeres, entre monjas, niñas, criadas y esclavas.
Sus síntomas comenzaban por fuertes escalofríos, ardor en las entrañas, ansiedad, dolor de cabeza y cansancio, que daba lugar al enrojecimiento de los ojos. Lossufrimientos del aquejado eran atroces, pues el dolor y la fiebre los hacía entrar en violentos delirios. Al término de nueve días una incontrolable hemorragia por la nariz acababa con las débiles fuerzas del enfermo, acelerando su paso hacia la muerte. Muy pocos escapan a la inclemencia de este mal. De hecho la misma Sor Juana era sobreviviente de un tabardillo que le dio entre 1671 y 1672, cuando tenía laedad de 23 o 24 años. En 1695 tenía 46 años cumplidos, un cuerpo con las huellas de su pasada enfermedad sufrida veinte años atrás y en el alma las heridas de un mundo que no alcanzó a comprenderla. 
Cuando la epidemia se propagó, el convento entraría en gran actividad. El médico iría a examinar a las enfermas y dejaría instrucciones a las enfermeras para la aplicación de fomentos de vinagre,nitro y alcanfor y remedios de agua de cerezas negras, aguas epidémicas, jarabe de diacodín, agua triacal alcanforada y otras más. La fiebre se controlaba con trozos de víbora, sal volátil de jarabe y azafrán en polvo. El avance científico en el terreno médico era pobre. Las medicinas eran poco eficaces y sólo quedaba rogar a Dios.
Sor Juana, como la comunidad entera, se entregó a la atención de lasenfermas, en particular a la administración de los gastos que ello traía consigo, pues, al ser la contadora del convento, se ocuparía de pagar al médico y al boticario, así como de hacer compras extraordinarias de piezas de manta, de medicamentos y de ciertos alimentos. La muerte de algunas monjas la obligaría a contratar al enterrador, la cera de los funerales y el servicio de ayudantes paradisponer los entierros en el coro bajo de la iglesia. Estaría muy ocupada.
Por su natural curiosidad científica debió tener algo de boticaria y sabría cómo moler las sustancias y mezclarlas, así como su correcta aplicación. Si médicos y boticarios estaban entre las enfermas lo absolutamente necesario para no contagiarse, es de esperar que, sabiendo que la madre Juana Inés de la Cruz era apta hastaen esas ciencias, le hayan confiado la administración de los remedios.
Su observación alquímica de los fenómenos de cocina también la habrían tenido ocupada supervisando la preparación de los alimentos de las afectadas con la idea de darles aquello que, de acuerdo a la teoría de los humores, les fuera benéfico. Ella misma no era tan joven, sobre todo considerando el promedio de vida en aquellaépoca. Horas de trabajo agotador y el contacto con las infectadas la postraron a principios de abril. El dolor se apoderó de su cuerpo, la fiebre le atenazó las entrañas, el delirio maquinaría fantasmas y temores y, finalmente, el sangrado de la nariz preludiaría el fin. Seis monjas habían muerto ya cuando, la madrugada del domingo 17 de abril de 1695, la madre Juana Inés de la Cruz expiró.
El...
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