Srta
-¿Dónde va señor?
-A dar una vuelta. Hace mucho calor.
-Hum, todo está ya cerrado. Yno hay alumbrado aquí. Más le valiera quedarse.
Alcé los hombros, musité “ahora vuelvo” y me metí en lo oscuro.
Al principio no veía nada. Caminé a tientas por la calle empedrada. Encendí uncigarrillo. De pronto salió la luna de una nube negra, iluminando un muro blanco, desmoronado a trechos. Me detuve, ciego ante tanta blancura.
Sopló un poco de viento. Respiré el aire de los tamarindos.Vibraba la noche, llena de hojas e insectos.
Caminé largo rato, despacio.
Me sentía libre. La noche era un jardín de ojos.
Al cruzar la calle, sentí que alguien se desprendía de una puerta.Me volví, pero no acerté a distinguir nada. Apreté el paso.
Unos instantes percibí unos huaraches sobre las piedras calientes.
No quise volverme, aunque sentía que la sombra se acercaba cada vezmás. Intenté correr. No pude. Me detuve en seco, bruscamente. Antes de que pudiese defenderme, sentí la punta de un cuchillo en mi espalda y una voz dulce:
-No se mueva, señor, o se lo entierro....
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