Stephen King El Hombre Que No Queria Estrechar Manos

Páginas: 29 (7160 palabras) Publicado: 30 de noviembre de 2015
EL HOMBRE QUE NO
QUERIA ESTRECHAR
MANOS
Stephen King

Stevens sirvió las bebidas y pronto, después de las ocho en aquella noche glacial de invierno, la
mayoría de nosotros nos fuimos , con ellas a la biblioteca. Por un momento , nadie dijo nada; lo
único que se oía era el chisporrotear del fuego en la chimenea , el lejano chasquido de las bolas
de billar y, desde el exterior, el gemido delviento. No obstante, allí se estaba bastante caliente,
en el # 249 B de la calle Este 35.
Recuerdo que aquella noche David Adley estaba sentado a mi derecha, y a mi izquierda Emlyn
McCarron que una vez nos contó una historia espeluznante sobre una mujer que había dado a luz
en extrañas circunstancias . Después de el estaba Johanssen , con su Wall Street Journal doblado
sobre las rodillas.
Entro Stevenscon un pequeño paquete, blanco y se lo entrego a George Gregson sin hacer la
menor pausa. Stevens es el mayordomo perfecto a pesar de su ligero acento de Brooklyn ( o
quizá por causa de el) pero su mayor atributo, por lo que a mi se refiere, es que siempre sabe a
quien debe entregar el paquete aunque nadie lo reclame.
George lo capto sin protestar y permaneció un momento sentado en un sillón dealto respaldo y
orejas, contemplando la chimenea que es lo bastante grande como para asar un buey. Vi como
sus ojos se dirigían momentáneamente a la inscripción grabada en la piedra. LO QUE VALE ES
LA HISTORIA, NO EL QUE LA CUENTA.
Abrió el paquete con sus dedos viejos y temblorosos y tiro su contenido al fuego. Por un instante
las llamas se transformaron en un arcoiris, y se oyeron risas apagadas.Me volví y vi a Stevens
allá lejos, en la sombra, junto a la puerta. Tenia las manos cruzadas a la espalda. Su rostro se
mostraba cuidadosamente inexpresivo. Supongo que todos nos sobresaltamos un poco cuando su
voz ronca, casi quisquillosa rompió el silencio; yo confieso que sí.
- Una vez vi asesinar a un hombre en esta misma habitación- nos dijo George Gregson-, aunque
ningún jurado hubieracondenado al que mato. Pero, al final, se acuso así mismo..., y actuó como
su propio verdugo.

Siguió una pausa mientras encendía su pipa. El humo envolvió su rostro arrugado en una nube
azulada, y apago el fósforo de madera con el gesto lento, teatral, del hombre cuyas articulaciones
le producen gran dolor. Tiro el palito a la chimenea, donde cayo sobre los restos quemados del
paquete. Contemplócomo las llamas tostaban la madera.
Sus agudos ojos azules parecían cavilar bajo sus hirsutas cejas entrecanas. Su nariz era grande y
ganchuda , sus labios delgados y firmes, sus hombros alzados hasta casi la base de su cráneo.
-No nos mantengas sobre en ascuas, George- refunfuño Peter Andews- ¡Suéltalo ya !
-Ni lo sueñes. Ten paciencia- y todos tuvimos que esperar hasta que su pipa quedo prendida asu
gusto.
Cuando unas brasas se encendieron perfectamente repartidas en la enorme cazoleta de brezo,
George cruzo sus manos grandes, ligeramente temblorosas, sobre una de sus rodillas y dijo:
-Esta bien. Tengo ochenta y cinco anos y lo que voy a relataros ocurrió cuando yo tenia mas o
menos veinte.
-En todo caso, sé que fue en 1919 y acababa de regresar de la Gran Guerra. Mi novia había
muertocinco meses antes, de la gripe. Solo tenia diecinueve años y yo me lance a beber y jugar a
las cartas mucho más de lo que hubiera debido. Me había esperado dos años, ¿comprenden?, y
durante todo ese tiempo recibí, fielmente, una carta todas las semanas
.Quizá podrán comprender porque me abandone tanto. No tenia creencias religiosas; la idea
general y las teorías del cristianismo me resultaban algocómicas en las trincheras, y no tenia
familia que me ayudara. Así que puedo decir con sinceridad que los buenos amigos que me
ayudaron en este tiempo de prueba, rara vez me abandonaron. Eran cincuenta y tres (mas de lo
que tiene la mayoría): cincuenta y dos naipes y una botella de whisky "Cutty Stark". Me habían
instalado en el mismo lugar en que sigo viviendo ahora, en Brennan Street. Pero...
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