Taller

RT2
Kam Arteaga, Leslie Maria
Parcial
03/09/2012

1. Exhibición de peces en el mar muerto

Bajo el intenso sol de Piura, nos encontramos lejos de los jardines y sus olores florales, de las casas majestuosas de las urbanizaciones y de la gente con tacos y corbata. Estamos cerca de las arenas y de una que otra plantita verde, cerca de pequeños toldos de colores y de la gente trabajadora ensandalias y con mandiles. Nos encontramos en la Avenida Sullana Norte cerca de la calle Los Naranjos, justo en medio de la pista respirando polvo que levantan las mototaxis al pasar con rapidez e imprudencia.

En ese lugar, te da la bienvenida la Asociación de Comerciantes Minoristas Posesionarios del Mercado Alejandro Leigh Rodriguez (ACOMIPOMALER), el ex terminal pesquero. En la entradaprincipal se encuentran las anfitrionas: dos señoras gordas sonrientes sentadas en pequeños bancos de madera mientras entonan la canción de “los limones a cincuenta y los tomates frescos para las caseritas”. Más al fondo están los pollos desplumados colgados en pequeños ganchos enseñando sus pieles para ser comprados. Desde allí se obtiene una vista panorámica de este mercado, se escucha el sonido de loscuchillos luchando el uno con el otro y se percibe el olor rancio del conjunto de aguas sucias e intestinos.

El piso del mercado es de concreto, el techo es de calamina rojo anaranjado sostenido por varios tubos de fierro. ACOMIPOMALER tiene la forma de un trapecio que alberga a muchos vendedores, entre ellos hombres y mujeres, y algunos gatos hambrientos.

Los vendedores se encuentrandetrás de las mesas celestes, y sobre estas, las bandejas de plástico de colores. En ellas se exhiben las caballas sonrientes mostrando su carne marrón y sus riñones, las doncellas presumidas enseñando sus escamas anaranjadas, los pejerreyes alborotados viviendo aún sus últimos segundos, los congrios malhumorados extendiendo su largo cuerpo de los mostradores y los ojos de uva boquiabiertos mirando alos clientes.

Caminan por los pasillos pescadores felices mientras cargan pesadas jabas repletas de cangrejos preocupados que mueven sus ojos y antenas de un lado a otro como si supieran su destino en la olla. Algunos señores se pasean por todo el mercado con el polo arriba de sus balones playeros como si tuvieran un cuerpo escultural; mientras que otros se preocupan por trabajar como lasjovencitas desaliñadas que barren las cabezas de cabrillas y los limones exprimidos que flotan en las aguas negras; y jovencitos hábiles que retiran con un cuchillo filudo las carnes de los pescados a una velocidad admirable.

Llegan las caseras con el dinero camuflado entre los senos a negociar para almorzar un jugoso sudado de mero. El vendedor las llama con canciones, y una vez que asegura laventa, saca de un depósito con hielo al desgraciado pescado, le extrae las plateadas escamas con una especie de peine tosco de madera, lo abre de perfil y lo deja sin alma. Luego lo envuelve el papel periódico y lo intercambia por un billete de veinte soles.

Después de la compra para el almuerzo, las caseritas se sientan en los puestos de venta de ceviche. La cocinera exprime los limones sobre lospedacitos de pescado crudo, luego los revuelve con sus manos como si fueran dos tenazas para servir el tallarín. Aún así, parece una delicia al ver los gestos faciales de sus clientes.

Al fondo, detrás de la labor en el mar muerto, está entre lunas el Señor de los Milagros que vela por los vendedores del mercado, para que la pesca sea magnifica, los pescados hermosos y las ventas abundantes.2. Seis horas dominicales, familiares y saludables.

En Piura de lunes a sábado los días son iguales: las mañanas abrazadas por el sol, y aturdidas por el sonido de los cláxones; las tardes visitadas por los consumidores, y ahogadas por el humo de los carros; y las noches iluminadas por los semáforos, y aburridas de ver las caras de los taxistas.

Pero el domingo, el día de la celebración...