Tarea

Ignacio indio Figueredo: Biografía de un arpisto y un arpa
Los primeros trinos: 1899-1918

Un muchacho becerrero de pantalones cortos a la rodilla sostenidos por un delgado tirón de kaki que le cruza el pecho sobre una franelilla blanca mangas al codo, “patas” en el suelo, con las alpargatas amarradas al cinto, desde la puerta del tranquero espera la pregunta-adivinanza del ordeñador quecopla mediante le pone las siguientes claves para llamar a la vaca madre:
“Sus cachos son como acero
y suavecito su pelo
ella tranquila sin celo
se arrimara hasta el tranquero”
El muchacho entreabre el portón y llama la vaca:
Terciopelo, terciopelo, terciopeeeloooo
Con ojos de caramelo
Venga madre terciopelo
Para sacarle su suero
Venga madre terciopelo, terciopeeeelooooo.
De la escueladel corral, del arreo, del pastoreo, del pajareo, del ojeo, del “chicharroneo” el muchacho Ignacio Ventura Figueredo ganó para su música el archivo de esa oralidad y le agrega al repertorio de los cantos de trabajo, las cantinelas de los pájaros y otros animales que le surten melodías para su memoria y la de todos los venezolanos en días por venir.
Cuando el muchacho Ignacio terminaba suoficio de becerrero, salía a ayudar en la quesera y luego al arreo de las vacas ordeñadas para soltarlas a la sabana, a veces era el oficio de conuquear, de pajarear, gritando o silbando para evitar que los “bichos” se comieran el cereal que sembró Don Pancho López su padre y su madre María Luisa Figueredo en un predio del fundo Algarrobito en Cunaviche.
Ya en las tardes, debajo de un masaguarosolitario ante la anchura de la explanada el muchacho sombreaba, vigilante y observador mientras el rebaño se alimentaba en la sabana, allí silbaba las tonadas de ordeño, para recordarlas las repetía una y otra vez. En las ramas del masaguaro escuchaba y grababa de memoria el trino melódico de un cucarachero maraqueando su cantar hasta que el sol se hundía en el horizonte.
En la casa nocturnaDon Pancho le sacaba a su bandola los roncos registros del “laud criollo” en una noche de luna mientras Ignacio recostado en su chinchorro a través del mosquitero veía las estrellas brillar como si los tonos del instrumento acompasaran el tintineo estelar. Ya la noche arropaba las sabanas del fundo Algarrobito atravesada por el canto triste de una soisola.
¿Tantos cantos y trinos pudieronser los estratos de la personalidad musical del Ignacio Figueredo?. Con seguridad, pero hay más, casi todas las noches para arrimar el sueño Ignacio Ventura observaba a distancia prudencial a su papá tañer los bordones de aquella antigua bandola de cuello corto, hasta que el sueño lo vencía y lo onírico ocupaba el espacio de su mente de allí aquellas coplas:
“Cuando yo te conocí, óyelo bienMe morí de la alegría y me quede impresionado
Oye mi negra que eras la estrella del día
Me puse a velar el sueño para ver cuando dormía
Me dormí y no supe cuando
Con el sueño no hay porfía….” (1)
Durante su niñez Ignacio Figueredo escuchó el canto y toque de guaruras de los bongueros en las riveras del río Arauca donde ayudaba a su mamá vendiendo mercancías a lo que se llamaba“chicharonear” y de donde viene el primer contacto con un arpa antigua.
Doña Luisa Figueredo mantenía un negocio de paradero donde había tres corrales cerca de su casa, allí pernoctaban las reses y los llaneros, a quienes ofrecía servicio de comida para los peones que venían a trabajar en el fundo, en ocasiones contrataba un arpista los fines de semana para animar los bailes en el lugar, y es así comoIgnacio Ventura se entusiasma por el arpa. Era el año 1910, el muchacho apenas tenía 11 años.
Uno de los arpistas antiguos que tocaban en el sitio era Pedro Herrera, quien se convertiría en padrino de Ignacio Ventura con consentimiento de Don Pancho y Doña Luisa, el mismo de quien aprendiera viendo tocar viejos pasajes y golpes que remontaban hasta el Arauca en arpas colombianas por aquellas...