tierra del fuego francisco coloane

Páginas: 205 (51131 palabras) Publicado: 21 de agosto de 2013
FRANCISCO COLOANE
PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 1964






TIERRA
DEL FUEGO



Tierra del Fuego











La derrota iba a las ancas de aquellos tres jinetes que atravesa¬ban a trote largo el Páramo.
El último tiroteo contra las fuerzas de Julio Popper había te-nido lugar en las márgenes del río Beta, y los enemigos del enri-quecido buscador de oro, unos setentaaventureros de todas las nacionalidades, se habían desbandado, totalmente derrotados por las fuertes bajas sufridas.
Unos huyeron hacia los cordones cordilleranos de Carmen Sylva, sierra que el mismo Popper así había bautizado en honor de su reina rumana. Otros fueron tragados por los vastos coironales de China Creeck, y unos cuantos ascendieron por los mon¬tes del río Mac Leían, refugio de cuatrerosy de los últimos indios onas.
Sólo Novak, Schaeffer y Spiro huyeron por la costa sur de la Tierra del Fuego, con la esperanza de ocultarse tras el sombrío mogote del cabo San Martín. Conservaban todavía algunas balas para sus carabinas, y Novak, una cartuchera completa de las del calibre 9, para su Colt de caño largo, el único del trío.
Estas escasas municiones era lo único que todavía les dabaánimo en su desesperada situación, a pesar de que con ellas no habrían podido sostener un prolongado tiroteo. Lo demás era todo derrota, debilidad, aniquilación, tanto dentro de sus cora¬zones de hombres fugitivos como fuera de ellos, en el desamparo de la estepa fueguina.
-Tienes sangre en el pantalón... -dijo Novak, con una ex¬traña ternura en la voz, indicando la pierna derecha de Schaef¬fer.-Sí, lo sé -contestó fríamente Schaeffer, fijando sus ojos azulencos en el encapotado cielo, como el pájaro que estira el pescuezo antes de emprender el vuelo.
-¿Bala? -interrogó Spiro.
-¡No, boñigas de guanaco! -profirió Schaeffer, con rabia.
-Vamos a ver -dijo Novak, sofrenando el trote del caballo.
-¿Qué?
-La herida -replicó el ex sargento alemán, con algo todavía del superior que sepreocupa por el estado de su tropa.
-No es nada..., sigamos -profirió con leve asomo cordial Schaeffer, espoleando su cabalgadura.
Cosme Spiro lanzó una mirada cautelosa a sus espaldas y es-poleó aún más su caballo, poniéndose a la delantera del trío.
El viejo Schaeffer, como un pájaro herido, volvió a levantar la cabeza hacia el cielo. Más que las punzadas de la herida, era el fluir de su sangrelo que lo atormentaba; porque cada vez que afirmaba el pie en el estribo para sostener el cuerpo en el ritmo del trote, sentía brotar una onda líquida de la herida, onda que escurría con escalofriante tibieza por la pierna hacia el pie, hu¬medeciendo cada vez más el interior de la bota.
Con la mano derecha puesta en su vieja carabina alemana, de caño recortado, atravesada sobre el morréndelantero de la montura, trataba de alivianar la fuerza que hacía el pie en el es¬tribo para mantener el ritmo del trote largo; pero era inútil, la onda tibia surgía con regularidad agobiante, resbalando insidio¬samente por la piel hasta empozarse dentro de la bota. Era en¬tonces cuando Schaeffer estiraba su cabeza, como un pájaro, pero no para emprender el vuelo de una oración, sino para largar unabandada de maldiciones al cielo y a su Dios, por haberle arrastrado a tan desgraciada situación.
-¿Quién me mandó a meterme en contra de Popper -dijóse, murmurando entre dientes el viejo-, cuando el rumano me trata¬ba como a un compatriota y siendo como soy un húngaro perdido en estas playas?
De tarde en tarde, como el fluir de su sangre en esas ondas tibias e insidiosas, surgían en su mente fugacesrecuerdos de sus andanzas con el buscador de oro enriquecido en el Páramo. El dolor y las rondas de la muerte traen en cualquier circunstancia la vida así, a retazos.
Recordó su primer encuentro con aquel oficial borracho en el bar de Punta Arenas, que casi lo confundiera con un teniente del ejército austro-húngaro por el uniforme... ¡Era nada menos que el tal Novak, que ahora trotaba fugitivo...
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