torquator

Páginas: 91 (22589 palabras) Publicado: 15 de septiembre de 2014
-Es bastante grande para nosotros.
El guarda se acercó por atrás y quitó la revista de la mano
del anciano.
-Siempre leyendo porquerías, ¿eh viejo? ¿No precisás ba­
gayo?
-¿Vas a traer?
Hojeaba la revista con rapidez poniéndola a la luz. El pasa­
jero se había quedado ahí cerca, tratando inútilmente de ver algo
más del villorrio.
-No se preocupe -le decía el viejo-, no hay mucho paraver.
Ahí atrás está la estación del ferrocarril, pero hasta las cinco no
pasa ningún tren. Mejor dicho a las cinco pasa el único tren, que
va a buscar arroz. Después hay casas y campos baldíos. ¿Usted
está de vacaciones?
-No -contestó el hombre-, me voy de acá. Ahora voy hasta
Río Branco porque tengo un primo que vive ahí y me va a ayu­
dar a hacer los papeles. Pero después me voy aPorto Alegre. -Y
mirando alrededor como si quisiera abarcarlo todo de un vistazo,
agregó-: Me voy de este país.
-No es el único -comentó el guarda.
-¿Usted no se va?
-No. Estoy bien.
-Nadie puede ser feliz acá -insistía el pasajero.
El viejo recuperó su revista cuando el guarda fue distraído
por la muchacha que, acercándose, le preguntó si le vendía un
pasaje.
-E l problema es que todoel mundo quiere ser feliz. Pero eso
no existe. Existen la alegría y el dolor -dijo el viejo, mientras
miraba al pasajero sonriendo.
El hombre se rió y caminó unos pasos más allá. Alcanzó a
distinguir una pared garabateada, decía algo de votar verde.
El descanso terminó y todos volvieron al coche. Cuando el
hombre quiso sentarse encontró a la muchacha en su lugar.
-10-
TORQUATOR HENRYTRUJILLO
-Es mi asiento -dijo.
-Disculpe -respondió ella-, el guarda me dijo que estaba
libre.
-Sí, el del pasillo.
-¿No me dejaría la ventanilla? Me gusta ver las estrellas.
Le sorprendió tanto la respuesta que se sentó del lado del
pasillo sin atinar a decir nada más. La chica, muy chiquita y muy
pálida, se calzó unos walkmans en las orejas y recostó la cabeza
contra el vidrio, conlos ojos muy abiertos, persiguiendo las es­
trellas mientras el ómnibus recuperaba la carretera.
Muchos kilómetros más tarde volvió a mirarla y comprobó
que seguía con los ojos abiertos. Por encima del ruido del motor
se oía levemente la música que escuchaba la chica. Le llamaba
la atención lo blanco de su piel, tan blanca que se podía ver aun
cuando apagaron todas las luces dentro delcoche.
-¿Qué estás escuchando?
Repitió la pregunta dos veces más. Ella por fin sacó los au­
riculares y lo miró con expresión interrogante.
-Pregunto qué estás escuchando.
-Música.
Ante respuesta tan precisa no tuvo más remedio que callar­
se, pero no tenía ganas de dormir y se aburría. Todavía quedaban
muchas horas de viaje y lo único que tenía para mirar era el ho­
rizonte y la jovenque se lo ocultaba.
-¿Vivís en Vergara? -volvió a probar.
De nuevo el mismo proceso: los auriculares, la repetición
de la pregunta, y la respuesta, que ahora no fue tan concreta. “A
veces”, contestó la chica.
-¿A veces? No te entiendo.
-N o me quedo mucho tiempo en el mismo lado. Trabajo un
tiempo en Río Branco, a veces vengo a Vergara, o voy al Chuy.
Depende de dónde consiga trabajo.-¿Y tu familia?
- 1 1 -HENRY TRUJILLO TORQUATOR
-N o tengo.
Logró hacerle decir algo más a eso de las cuatro. Sus padres
eran fallecidos, pero en Vergara había dos viejas que la acepta­
ban en su casa para que las cuidara.
-Son dos viejas consagradas -el hombre no sabía qué era
eso-, o eran antes, mejor dicho. Ahora no pueden con los pies.
Yo las acompaño a rezar y les leo de noche,porque no ven casi
nada.
-Entiendo. Pero en algún lado tendrás a alguien.
-Bueno, mi novio trabaja en Brasil. Tiene un negocio chi­
quito cerca de la frontera. Una vez por semana nos encontramos
en Río Branco, así él no tiene que viajar tanto.
-¿Y por qué no vas vos a Brasil?
La muchacha meneó la cabeza negativamente y quedó calla­
da. El quedó intrigado, pero no preguntó nada más. Solo se...
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