triptico

Benjamín Rojas: El maestro
equivocado
Cuentos, sueños y narraciones del
Profesor Benjamín Rojas
Nancy V. Benítez Esquivel
Daniel Lara Sánchez
Armando Meixueiro Hernández
José Luis Mejía
Alfredo Gabriel Páramo
Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán
Alfredo Villegas Ortega

Benjamín Rojas: El maestro dividido
Fragmentos
Verdaderamente cansado Benjamín tomó el libro Nosotros los
hombresverdes de Abel Quezada, acomodó la lámpara y leyó del
dibujante mexicano: “Todo lo que veo lo dibujo o lo escribo y lo que
escribo me lleva invariablemente, a escribir cosas que ya no veo;
cosas que sólo imagino. Estas son generalmente las más bellas, pues
son mentiras y, como he dicho las mentiras son más hermosas que la
verdad”. El profesor fue cerrando los ojos.

En Universal FM The MoodyBlues, Noche en satín blanco.
—No es satín. Es satén. El error viene de la traducción. El satín es un
árbol y la canción habla de una tela brillante— aseveró Benjamín
categóricamente recargando la cabeza en el espejo, que estaba
pegado en la cama a manera de cabecera. Los ojos los tenía
cerrados, estaba dentro de las sábanas ya totalmente desnudo.
Adriana aparentó no escucharlo, concentradacomenzó a bailar en la
media luz de la habitación, también con los ojos cerrados, moviendo
el cuerpo al compás de la melodía, al tiempo que desabrochaba, uno
a uno, suavemente, los botones de la blusa blanca, mientras el otro
brazo se mantenía arriba persiguiendo el éxtasis inicial. El preámbulo
del placer, el prolegómeno de un espacio creado para dos.
Pálido punto de luz
Claroscuros en laeducación
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Número 21. Elecciones y lecciones de las clases polÃticas: vivir y enseñar la democracia

Benjamín agotado, por sus nuevas responsabilidades, apenas lograba
abrir los ojos. Sin embargo, lo hizo llamado por el acto que
acompañaba la canción del grupo inglés. Le encantaba observar a
Adriana en ese evento privado que se había vuelto una pequeña
tradiciónen ellos en Hotel Normandie. Este nicho, de la colonia San
Rafael, les encantó desde la primera vez por que los cuartos estaban
rodeados de espejos. También por que una de las tres estaciones del
radio era justamente Universal FM.
El ahora coordinador siempre había fragmentado sus gustos
corporales de las mujeres con que la vida lo premiaba. Siguiendo a
Martín Santomé —el personaje de LaTregua , de Benedetti— que
investigaba que parte de las mujeres le eran más agradables y las
agrupaba estadísticamente, al tiempo que disfrutaba un café en
Montevideo. Benjamín Rojas era prudente en cosas del amor; jamás
les comentaba de estos gustos a ellas; sabía que las mujeres actuales
no querían ser objetos. Menos fragmentos corporales. Pero como
negar la belleza de los labios y laspiernas de esa mujer que ahora se
encontraba casi totalmente desnuda bailando en una esquina del jacú
si y multiplicada en diversos ángulos por las paredes/espejo. Pedazos
que magnificaban el deseo de algunos fragmentos del cuerpo en
movimiento.
Benjamín Rojas se sabía visual. Un perverso de la mirada. Un
voyerista casi profesional que buscaba el descanso del alma entre las
piernas largas y losdos brazos que ahora se movían en forma
arabesca y las manos que se contorneaban, tocándose la cintura, la
cadera, el pecho y los muslos. Los ojos se concentraba en las manos
que se le adelantaban en el deleite de la piel. Con frecuencia, pero en
total abandono la punta de los dedos de Adriana tocaban los labios,
en los que salía un fragmento, un segundo la lengua, para humedecer
dedos y bocaal mismo tiempo. Los ojos de Adriana, tan de ella como
de Estela, no se habrían durante el ritual. Durante un buen rato vio la
boca hipnotizado, como un adicto del rojo y la saliva; de las inmensas
posibilidades de esos labios sobre su cuerpo. También el abandono lo
fragmento, lo dividió, lo separo de sí. No se contuvo más y fue hacia
ella ciego de toda razón. A tomarla desde lo más salvaje...