Un domingo de mañana a la hora del desayuno, entre todos servíamos la mesa con nuestro Padre. Muy sonriente como siempre, aprovechando que nuestra Madre aúnseguía en la cocina, en una actitud muy cómplice, para que ella no lo oyera ni por casualidad, nos dijo en voz baja: “Ya se acerca el día de las Madres, debemoshacer algo especial”. Para nosotros, todos los días eran felices y especiales, por eso murmurábamos qué podíamos hacer. Ese domingo debía ser único,inolvidable, el mejor. De eso nos encargaríamos todos porque adorábamos a nuestra Madre. Había un detalle que no podía pasar por alto. A mi Madre le encantaba que todolo hagamos con amor y si habían regalos tendríamos que hacerlo nosotros mismos, así como todo lo que ella hacía por nosotros. Cuando lavaba, lo hacía cantandoy si cocinaba era para sus príncipes como ella decía. Si nos enfermábamos era la mejor enfermera del mundo, se encargaba de mitigar nuestro dolor aún antes dedarnos las medicinas. Su ternura y alegría parecía ser todo lo que necesitábamos para sentir alivio. Ella era muy especial, era puro amor decía nuestro Padre,quien repetía siempre: ” No sé que haría sin ella”. Era la persona mas importante de nuestra vida. Se acercaba el día tan ansiado y nosotros alistábamostarjetas y adornos hechos con nuestras propias manos. Nuestra Madre amaba eso más que cualquier otra cosa material. Ella prefería nuestros regalos, mal hechos eimperfectos, arrugados pero los conservaba como la joya más valiosa. Nos gustaba verla tan contenta. ” Cuando sean Madres me entenderán” le decía a mis hermanas.
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