Un Triste Final.

Mis uñas se clavaron en su ropa, aferrándome desesperadamente a él. Mi corazón latió con fuerza, su seco palpitar pareció aturdir mi mente. Mis humedecidos ojos me nublaban la vista.
-No te vayas- rogué en un susurro ahogado- no te vayas- apoyé mi cabeza en su pecho, rendida- por favor Dick, quédate conmigo
Mis manos temblorosas se rehusaban a soltar su arrugada camisa. Hubo un corto silencioen el que no escuché nada más que su pausada respiración, pude sentir sus caricias sobre mi cabello, y su temor al intentar responderme.
-Quédate, quédate- repetí en susurros, destrozada, mientras su embriagante aroma invadía todos mis sentidos. No podía aceptar su partida, no podía aceptar siquiera el hecho de tenerlo lejos de mi, ¿cómo seguir, cómo sobrellevar, cómo aguantar mi vida si él noestaría allí nunca más? Me sujeté con más fuerza, casi automáticamente, ante aquel pensamiento fugaz.
-No puedo- respondió al fin. Su voz fue cortante, fría... distante. Signo de que ocultaba varias cosas, bien lo conocía- creí que ya lo habíamos hablado
-Hablado, si, pero no habíamos terminado- me apresuré a contestarle. Sentí el pequeño suspiro que lanzó por lo bajo, frustrado.
Sabía que a élno le gustaba hablar de esto, ¿pero cuándo hablarlo, entonces? se nos acababa el tiempo. El tiempo que cuándo más lo necesitas se te va de las manos y que, cuando no lo precisas, te arranca salvajemente aquello que tanto amas y no quieres olvidar. Porque todo, absolutamente todo se ponía en mi contra.
El silencio se prolongaba, dejandole paso sólo a mi agitada respiración. Tomé valor, y pese aque en mi mente una vocecita gritaba una y otra vez "no lo sueltes", me separé de él. Limpié mis lágrimas, inútilmente, y lo miré directamente a sus ojos de un color azul profundo, que tanto amaba, y que tanto disfrutaba ver. Aquellos ojos que, en aquel momento, no brillaban como solían hacer.
-¿No dirás nada?
-No hay nada que decir, Kori
¿Nada que decir? mis labios jamás alcanzarían a pronunciarel centenar de palabras que surcaban mi mente por segundo, y él... ¿él no tenía nada que decir? Bajé la mirada, confundida.
-Supongo que es verdad...- volví a levantar la mirada, expectante a lo que diría- quizás todo si tenga un final, tarde o temprano.
Se me estrujó el corazón.
-No es cierto- negué con la voz temblorosa. Más lágrimas amenazaban con salir- algunas cosas pueden durar muchomás de lo que te imaginas. Mucho más de lo que los dos podemos imaginar. Pueden salir adelante, puede extenderse... no tienen porqué acabar, ¿no es así?- pregunté esperanzada y sin embargo, con un temor irrevocable-
-Puede ser...- hizo una pausa, dudando, y agregó- pero este no es el caso.
Lo miré por unos segundos, y él me sostuvo la mirada. Sentí un par de lágrimas deslizarse por mis mejillas, memordí el labio inferior, con fuerza. No podía creer lo que oía.
-No puede acabar así, simplemente no puede- dije estupefacta, en un tono apenas audible-
-Kori, escucha...
-No, entiendo- lo interrumpí, amargamente, sintiendo un remolino de sensaciones inexplicables- es evidente que nunca te importé lo suficiente
-Eso no es verdad
Colocó una mano en mi mejilla con suavidad. Cerré los ojos,incapaz de creer que aquel podría ser el último contacto con su piel. Me hizo una caricia y acomodó un rojizo mechón de mi cabello fuera de lugar.
-Te amo- le dije sin aguantar más. Alcé la mirada para verlo directamente a los ojos, buscando desesperadamente una respuesta en ellos. No vi nada de lo que esperaba, nada de lo que quería.
Me acercó a él, con cuidado, y me rodeó con sus brazos.Suspiré, triste, disfrutando cada segundo que pasaba pegada a él, como si se me fuera la vida en ello. Lloré, si, lloré en silencio, porque no había respondido a mis palabras, porque pese a que un simple abrazo de él me hacía feliz, supe que aquello era sólo una tonta distracción para disfrazar la pura verdad: él ya no me amaba.
Tomó mi cabeza con ambas manos y me acercó a su rostro. Sentí su...