Vicente gerbasi

Páginas: 28 (6831 palabras) Publicado: 29 de marzo de 2012

Venimos de la noche y hacia la noche vamos. 
Atrás queda la tierra envuelta en sus vapores, 
donde vive el almendro, el niño y el leopardo. 
Atrás quedan los días, con lagos, nieves, renos, 
con volcanes adustos, con selvas hechizadas 
donde moran las sombras azules del espanto. 
Atrás quedan las tumbas al pie de los cipreses, 
solos en la tristeza de lejanas estrellas. 
Atrás quedan lasglorias como antorchas que apagan 
ráfagas seculares. 
Atrás quedan las puertas quejándose en el viento. 
Atrás queda la angustia con espejos celestes. 
Atrás el tiempo queda como drama en el hombre: 
engendrador de vida, engendrador de muerte. 
El tiempo que levanta y desgasta columnas, 
y murmura en las olas milenarias del mar. 
Atrás queda la luz bañando las montañas, 
los parques de los niños ylos blancos altares. 
Pero también la noche con ciudades dolientes, 
la noche cotidiana, la que no es noche aún, 
sino descanso breve que tiembla en las luciérnagas 
o pasa por las almas con golpes de agonía. 
La noche que desciende de nuevo hacia la luz, 
despertando las flores en valles taciturnos, 
refrescando el regazo del agua en las montañas, 
lanzando los caballos hacia azules riberas, mientras la eternidad, entre luces de oro, 
avanza silenciosa por prados siderales. 

II 
Venimos de la noche y hacia la noche vamos. 
Los pasos en el polvo, el fuego de la sangre, 
el sudor de la frente, la mano sobre el hombro, 
el llanto en la memoria, 
todo queda cerrado por anillos de sombra. 
Con címbalos antiguos el tiempo nos levanta. 
Con címbalos, con vino, con ramos de laureles. 
Mas en elalma caen acordes penumbrosos. 
La pesadumbre cava con pezuñas de lobo. 
Escuchad hacia adentro los ecos infinitos, 
los cornos del enigma en vuestras lejanías. 
En el hierro oxidado hay brillos en que el alma 
desesperada cae, 
y piedras que han pasado por la mano del hombre, 
y arenas solitarias, 
y lamentos del agua en cauces penumbrosos. 
¡Reclamad, gritando hacia el abismo, 
el mirar interiorque hacia la muerte avanza! 
En nuestras horas yacen reflejos de heliotropos, 
manos apasionadas, relámpagos del sueño.
¡Venid a los desiertos y escuchad vuestra voz! 
¡Venid a los desiertos y gritad a los cielos! 
El corazón es una secreta soledad. 
Sólo el amor descansa entre dos manos, 
y baja en la simiente con un rumor oscuro, 
como torrente negro, como aerolito azul, 
con temblor deluciérnagas volando en un espejo, 
o con gritos de bestias que se rompen las venas 
en las calientes noches de insomnes soledades. 
Mas la simiente trae a la visible e invisible muerte. 
¡Llamad, llamad, llamad vuestro rostro perdido 
a orillas de la gran sombra! 

III 
Relámpago extasiado entre dos noches, 
pez que nada entre nubes vespertinas, 
palpitación del brillo, memoria aprisionada, 
temblorosonenúfar sobre la oscura nada, 
sueño frente a la sombra: eso somos. 
Por el agua estancada va taciturno el día, 
doblegando los juncos hacia barcas de olvido. 
El alma silenciosa en las violetas tiembla. 
¿No somos un secreto guardado por las horas? 
Mirad cómo en el césped de la tarde 
la mirada es un brillo de azahares, 
cómo se esconde el ser 
en el suspiro leve de las frondas. 
Algo se cierrasiempre en torno a nuestra frente. 
El frío de las piedras corre por nuestra sangre.
Un susurrar de nardo desciende por los valles. 
Y siempre el hombre solo, bajo el sol y los truenos, 
perseguido por voces y látigos y dientes. 
El hombre siempre solo, con su mirada, suya, 
con sus recuerdos, suyos, y con sus manos, suyas. 
El hombre interrogando a sus calladas sombras. 
Escucha: yo te llamo desdemis soledades, 
desde mis suspirantes comarcas de palmeras, 
abiertas a los signos luminosos del cielo. 
El viento se te enreda con nieblas siderales, 
y te detiene al pie de negros abedules. 
Venados de la luna van corriendo 
por la antigua memoria, 
y en tu silencio caen llamas del corazón. 

IV 
Lo que siento en mi sangre como un reloj de arena, 
cerca de algún retrato, del hilo y del...
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