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Transición y nueva política en Costa Rica

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Por Luis Guillermo Solís
Durante más de medio siglo, el sistema político costarricense se caracterizó, entre la mayoría de la región latinoamericana, por la conjunción de cuatro elementos fundamentales: a) su estabilidad, fruto del establecimiento de mecanismos de elección democrática; b) su legitimidad, sustentada un marcoinstitucional encabezado por un Tribunal Supremo de Elecciones autónomo y con facultades omnímodas en materia electoral; c) su representatividad, expresada en la inclusión de casi todas las fuerzas políticas existentes en el país (incluidos los partidos comunista y socialistas aún en momentos en que éstos se encontraban formalmente ilegalizados) y d) su naturaleza sólidamente bipartidista,condición que se expresó, salvo contadas excepciones que confirmaron la regla desde 1953 en adelante, en un control alterno del Poder Ejecutivo por los partidos o coaliciones mayoritarias cada cuatro años. Si bien estas y otras condiciones resultan más o menos de curso corriente en la América Latina de nuestros días, lo notable en el caso costarricense es que aquel conjunto de factores confluyeron a partirde la finalización de la última guerra civil del país (1948) y tras la promulgación de la Constitución de 1949, en plena Guerra Fría.
Desde un punto de vista sociológico, tal sistema político fue, en palabras de Jorge Rovira Mas, “mesocrático”. Valga decir, se articuló en torno a un tenso entendimiento entre las oligarquías tradicionales del país (históricamente vinculadas a la producción delcafé, el comercio y las finanzas, pero reforzadas con un sector transnacional de creciente peso político vinculado a la producción de banano), y los sectores de pequeña y mediana burguesía aliados con fragmentos progresistas de las élites nacionales, fortalecidos tras el triunfo militar de José Figueres Ferrer (“Don Pepe”) en la guerra civil.
Surgió así, conducida por el Partido Liberación Nacional–fundado en 1951 por Figueres- la llamada “Segunda República”. En esencia, ésta era un Estado Benefactor que incorporaba en su seno dos grandes tradiciones políticas: la socialcristiana que hizo posible la gran reforma social de los años 1940 propiciada por un insólito pacto entre elPartido Comunista, la Iglesia Católica y un fragmento de la gran burguesía nacional, y la “socialdemócrata”,resultante de una ecléctica conjunción de keynesianismo económico, liberalismo político y conservadurismo cultural. Con altibajos, este “modelo” se mantendría incólume hasta principios del siglo XXI, dotando a Costa Rica de una excepcionalidad reconocida en todo el Hemisferio que se subrayó aún más por la abolición constitucional de las fuerzas armadas como institución permanente.
Sobre el EstadoBenefactor y su crisis se ha escrito mucho y no es este el espacio para reseñar dicho análisis. Sí conviene recordar que ya para finales de los años 1970 Costa Rica tuvo que enfrentar los efectos de dos crisis provocadas por los aumentos en el precio del petróleo. También por esas mismas fechas se generalizaron las propuestas de “ajuste estructural” promovidas por el Fondo Monetario Internacional conel apoyo de los gobiernos de los EEUU (bajo Reagan) y Gran Bretaña (bajo Thatcher). Ello produjo grandes desequilibrios financieros en lo que había sido un modelo de organización que se desarrollaba sin sobresaltos, motivando a partir de entonces un proceso de recortes en los programas estatales y la caída en la inversión social sin precedentes. Aunque en CR los impactos de tales políticas fueronmucho menores y de aplicación más tardía que en otros países de América Latina, en última instancia marcaron un punto de inflexión en el desarrollo –hasta la hora incuestionado y decisivo- del sector público que para entonces sostenía a más de un 30% de la PEA. También produjeron los primeros síntomas de desgaste del sistema político tradicional, el cual ya para entonces empezó a denotar los...