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Abrí los ojos con un cosquilleo en la palma de la mano, algo suave que se me colaba entre los dedos, inmóviles y adormilados. No podía ver nada más que una luz blanca bañando la estancia, una luz tan intensa y natural que no podía diferenciar nada en ella más que un techo sobre mi cabeza. Un techo blanco, no gris.
Los recuerdos se colaron poco a poco entre las grietas de mi embotada cabeza ysolo podía recordar imágenes sueltas, pequeños retazos de voces ajenas a mí y tras esos recuerdos sutiles, me parecía tener encerrada en mi cabeza una voz dulce, gritando mi nombre.
Mi nombre... ¿Cuál era mi nombre? Taemin. Sí, eso podía recordarlo pero no recordaba porqué estaba allí, por qué no concordaba en mi cabeza la estúpida idea de que el techo sobre mi fuese blanco y no gris. Intentéincorporarme y un horrible pinchazo me recorrió desde el pecho a la columna, me volví hacia atrás, y entonces lo recordé.
Los labios de Key tensándose sobre los míos, sus dedos intentando retenerme y el cuchillo deslizándose dentro de mí, abrasándome y helándome, cortando piel y carne. En aquel momento había estado cansado hasta para el dolor, había decidido que era más fácil dejarme ir a mí que dejarmorir o matar a Key. Aquello no me lo habría perdonado.
Si yo estaba vivo... ¿Dónde estaba él? ¿Dónde estaba yo? Empecé a asfixiarme, no encontraba aire y tenía los músculos tan tensos que no podía moverlos. Rodeé la estancia con los ojos, buscándole, buscando alguna pista de donde estaba, de porqué. Pero solo pude centrarme en él, que estaba dormido con la cabeza junto a mi mano, y era su pelocastaño el que estaba entre mis dedos.
Me quedé literalmente sin respiración, con el corazón parado y el mundo entero reducido a aquel segundo, aquella imagen que no podía creer, no podía ser verdad. Tenía que estar muerto, y aquello ser el cielo.
Abrió los ojos despacio, dejándome ver aquel color castaño que me recordaba al caramelo, rodeado de largas pestañas. Estaba pálido, pero había coloren sus mejillas y en sus labios, debajo de sus ojos estaban tatuadas unas ojeras que nunca antes había tenido.
Nos quedamos así, mirándonos en silencio. Una sonrisa asomó en sus labios, se hizo más grande cada vez y yo seguía helado por la sorpresa. Pero sonreí también y entonces empezó a llorar.
No hacía ningún sonido, solo me miraba, dejaba escapar las lágrimas por sus suaves mejillas mientrasse acercaba a mí, casi temeroso. Estiré los brazos para rodearle el cuello y fundirme en su abrazo. Quería pronunciar su nombre que tantas veces había quemado en mi lengua y no podía, no tenía voz.
Apoyó los labios en mi frente. Estaban cálidos, eran tan suaves como los recordaba y su olor me traía tantos recuerdos que no podía ordenarlos. Olía a él, tan dulce, al suave aroma que dejaba el jabóncon el que se duchaba todos los días y me acompañaba al dormir escondido en su cuello. Olía a casa, a libertad.
-Onew...- por fin su nombre se hizo presente y emitió una risa floja, nerviosa y dulce.
-Sabía que volverías.
-Yo no...
Me abrazó con fuerza, mojando mi mejilla con sus lágrimas silenciosas. Me rodeaba su presencia, los recuerdos y la tranquilidad, no quería moverme y romper aquelmomento que parecía más un sueño que la realidad. Apreté su jersey entre los dedos notando su piel debajo de él, tan cálida...
Nos separamos sin soltarnos, su rostro estaba tan cerca del mío que casi podía sentir sus labios. Abrí la boca para hablar, mientras él se secaba las lágrimas y contestaba por mí como si leyera mi pensamiento.
-Está bien... el chico, está en la habitación de al lado.-¿Está aquí? ¿Está despierto?
Asintió, acariciándome la mejilla con los dedos, mirándome como si no fuera capaz de creer que aquello era real, que yo era real. Me miró con tal intensidad que se me encogió el alma.
-Te quiero, te he querido cada día y me he vuelto loco por ti... Nunca dejé de creer que volverías.
Nos fundimos en un beso tan lento y desesperado que pudo durar días, sin dejar de...