Yo Se H

incluyendo sus primeros ejercicios conjuntos, celebrados en
agosto de 2005. La ausencia de EEUU de la cumbre de
Kuala Lumpur hizo dudar igualmente de las declaraciones
de los líderes chinos enfavor del papel de Washington en la
región.
Este conjunto de hechos parecía reforzar los argumentos de
quienes, desde el Pentágono, advertían sobre las conse-
cuencias del programa de modernizaciónmilitar chino. En
junio de 2005 en Singapur, el secretario de Defensa Donald
Rumsfeld se preguntaba por la razón del aumento del pre-
supuesto cuando “ninguna nación amenaza a China”. El
messiguiente, en su informe anual sobre las fuerzas arma-
das chinas, el Pentágono llegaba a la conclusión de que la
República Popular se encuentra en una “encrucijada estra-
tégica” y su futuro “aún noestá decidido en una dirección
u otra”; pero advertía de que si continúa la tendencia ac-
tual, las capacidades militares chinas podrían plantear a lar-
go plazo una amenaza creíble a los países de laregión. A
principios de 2006, tanto la revisión cuatrianual de la defen-
sa como la revisada estrategia de seguridad nacional, ésta
última de manera menos explícita, recogen la idea de China
comopotencial competidor de EEUU.
Frente a este tipo de afirmaciones, lo que necesita Was-
hington en realidad es un marco conceptual que reconozca
la creciente importancia de China y las implicacionesgloba-
les de su ascenso como potencia. Ese sería el primer paso
para evitar una deriva hacia la confrontación entre los dos
gigantes, y ese es el motivo de que el vicesecretario de Es-
tadonorteamericano, Robert Zoellick, y el viceministro de
Asuntos Exteriores chino, Dai Bingguo, inauguraran en Bei-
jing en agosto de 2005 el denominado
Senior Dialogue
, un
nuevo proceso diplomáticose-
mestral. EEUU reconocía así
que había llegado la hora de
considerar las relaciones con
China en un contexto más am-
plio, como confirmó un mes
tarde el propio Zoellick al ofre-
cer la más...