a puertas cerradas. Jean Paul Sartre

Páginas: 50 (12318 palabras) Publicado: 11 de diciembre de 2013
A PUERTA CERRADA
Pieza en un acto
JEAN PAUL SARTRE


Digitalizado por
http://www.librodot.com


Traducción de
AURORA BERNÁRDEZ



A ESA SEÑORA
PERSONAJES


INÉS

ESTELLE

GARCIN

EL CAMARERO




A PUERTA CERRADA se representó por primera vez en el teatro del Vieux Colombier en mayo de 1944.




ESCENA 1
GARCIN - EL CAMARERO del piso

(Un salón estiloSegundo Imperio. Una estatua de bronce sobre la chimenea.)


GARCIN (entra y mira a su alrededor). - Entonces, ya estamos.
EL CAMARERO. - Ya estamos.
GARCIN. - Es así...
EL CAMARERO. - Es así.
GARCIN. - YO... pienso que a la larga uno ha de habituarse a los muebles.
EL CAMARERO. - Depende de las personas.
GARCIN. - ¿Todos los cuartos son iguales?
EL CAMARERO. - Eso cree usted. Nos lleganchinos, hindúes. ¿Qué quiere que hagan con un sillón Segundo Imperio?
GARCIN. - Y yo, ¿qué quiere que haga con él? ¿Sabe quién era? ¡Bah! No tiene ninguna importancia. Después de todo, viví siempre con muebles que no me gustaban y en situa­ciones falsas; me encantaba. Una situación falsa en un salón comedor Louis Philippe, ¿no le dice nada?
EL CAMARERO. - Verá usted, en un salón Segundo Imperiotampoco está mal.
GARCIN. - ¿Eh? Bueno, bueno, bueno. (Mira a su alrededor.) Con todo, no me hubiera esperado... Seguramente no ignoran ustedes lo que se cuenta allá.
EL CAMARERO. - ¿Acerca de qué?
GARCIN. - Bueno... (Con un ademán vago y amplio.) Acerca de todo esto.
EL CAMARERO. - ¿Cómo puede usted creer en esas burradas? Gentes que nunca han puesto aquí los pies. Porque si hu­bieran venido...GARCIN. - Sí.
(Ríen los dos.)
GARCIN (poniéndose serio de golpe). - ¿Dónde están las palas?
EL CAMARERO. - ¿Qué?
GARCIN. - Las palas, las parrillas, los fuelles de cuero.
EL CAMARERO. - ¿Quiere reírse?
GARCIN (mirándolo). - ¿Eh? Ah, bueno. No, no quería reírme. (Una pausa. Se pasea.) Ni espejos ni ventanas, naturalmente, nada frágil. (Con una violencia súbita.) ¿Y por qué me han quitado e!cepillo de dientes?
EL CAMARERO. - Y ahí está. Ahí le vuelve la dignidad huma­na. Es formidable.
GARCIN (golpeando colérico el brazo del sillón.) - Le ruego que se ahorre sus familiaridades. No ignora nada de mi si­tuación, pero no soportaré que usted...
EL CAMARERO. - ¡Vaya! Discúlpeme. Qué quiere, todos los clientes hacen la misma pregunta. Empiezan: "¿Dónde están las palas?" En ese momentole juro que no piensan en hacer-se el tocado. Y apenas se tranquilizan aparece el cepillo de dientes. Pero por el amor de Dios, ¿no pueden ustedes refle­xionar? Pues dígame, ¿para qué habían de cepillarse los dien­tes?
GARCIN (calmado). - Sí, en efecto, ¿para qué? (Mira a su alrededor.) ¿Y para qué mirarse en los espejos? En cambio la estatua, enhorabuena... Me imagino que habrá ciertos momentosen que me la comeré con los ojos. Con los ojos, ¿eh? Vamos, vamos, no hay nada que ocultar; le digo que no ignoro nada de mi situación. ¿Quiere que le cuente cómo sucede? El tipo se sofoca, se hunde, se ahoga, sólo su mirada queda fuera del agua, ¿y qué es lo que ve? Una reproduc­ción en bronce. ¡Qué pesadilla! Vamos, seguramente le han prohibido que me conteste, no insisto. Pero recuerde que nome toman desprevenido, no venga a jactarse de que me sorprendió; miro la situación de frente. (Reanuda la marcha.) Entonces, nada de cepillo de dientes. Cama, tampoco. Por-que jamás se duerme, por supuesto.
EL CAMARERO. - ¡Vaya!
GARCIN. - Lo hubiera apostado. ¿Para qué había de dormir? El sueño lo toma a uno por detrás de las orejas. Usted siente que se le cierran los ojos, pero, ¿para quédormir? Se estira sobre el canapé y pffft... voló el sueño. Hay que frotarse los ojos, levantarse y todo vuelve a empezar.
EL CAMARERO. - ¡Qué imaginación tiene usted!
GARCIN. - Cállese. No gritaré, no gemiré, pero quiero mirar la situación de frente. No quiero que me salte encima por detrás, sin que pueda reconocerla. ¿Imaginación? Entonces es que ni siquiera se necesita el sueño. ¿Para qué dormir...
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