Alemania
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Plat6n y la poesía
Ocurre a veces, en la historia de la palabra escrita, que ciertas obras
literarias importantes llevan u n tÍtulo que no refleja fielmente su contenido.
Parte de la obra se identifica con el t odo, o el significado de algún epígrafe
queda tergiversado en la traducción. P ero si tal epígrafe posee resonancias
familiares y reconocibles, puede que acabeejerciendo u na especie de
control mental sobre quienes t oman el libro en sus manos. Estos lectores
parten de una expectativa conforme al tÍtulo, pero desmentida e n gran
parte p or la substancia de lo que dice el a utor. Aferrándose a una noción
previa de las intenciones del autor, estos lectores, sin darse cuenta,
permiten que su mente moldee el c ontenido de l o q ue van a leer,ajustándolo a la forma esperada.
Lo que acabamos de mencionar es plenamente aplicable al t ratado
p latónico que conocemos p or el n ombre d e La república. Si n o fuera p or
el t ítulo, resultaría fácil leerlo como lo que es, y n o c omo u n ensayo de
teoría política utópica. D e hecho, sólo u n tercio! de la o bra se dedica a las
cuestiones de estado propiamente dichas. El t exto se ocupa e n abundanCia]
y con frecuencia de una gran variedad de materias que, aun siendo
relativas a la condición humana, en m odo alguno podrían incluirse, hoy,
en u n t ratado de teoría política.
E n ningún momento es esto más evidente para el l ector que cuando se
a dentra en el décimo y ú ltimo libro. N o es normal que un a utor t an hábil
y e xperto c omo Plat6n permita, como remate d e u na o bra, quelas ideas
se le dispersen en las últimas páginas.
sin embargo, la p arte final de La
república se abre con u n análisis de la naturaleza de la poesía, n o de lo
político. Sin hacer diferéncias e ntre p oeta y p intor, P latón p retende
demostrar que el artista genera una versión de la experiencia dos veces
apartada de la realidad; que su obra es frívola, cuando n o peligrosa, t anto
p arala ciencia como para la moral; que los grandes poetas griegos,
empezando p or H omero y t erminando p or Eurípides, han de ser excluidos
del sistema educativo de Grecia. Y t an e xtraordinaria tesis se expone c on
gran apasionamiento. El alegato, en su integridad, o cupa la p rihi;ra m itad
del libro. N i q ué decir tiene que La república, c omo t ítulo, en m odo
alguno nos prepara parasemejante ataque frontal c ontra el c orazón de la
literatura griega. Si la argumentación se ajusta a u n p lan d eterminado, y si
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el alegato, teniendo en cuenta el momento en que se produce, constituye
parte esencial de dicho plan, no será posible que el objeto del tratado, en
su integridad, se constriña a los límites de lo que denominamos teoría
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;,vpolítica.
Algo más adelante nos ocuparemos de la estructura general de la obra.
Analicemos ahora con algún detenimiento el t ono y la índole del ataque
platónico, cuyo primer paso estriba en equiparar e Lefecto de la poesÍ;¡, C aD
u~~~· Estamos, pues, ant.e una es~ecie de enr.:.rmedad,
¡que es menester con:::ba~lr con el correspondIente a nudoto. ~l cuatñ~e
consistir en el conOCImIento de lo qued as cosas son en realIdad». DIcho
' en p. ocas palabras, la poesía es una especie de veneno mental, ul~nk'1l~o
de la verdad. Algo que no puede sino herir la sensibilidad e
c tor
-;;;~cuya incredulidad no dismin,uye, ciertamente, ante la p erorata
con que Plat6n remata su argumento, l\nas cuantas páginas más adelante:
«Grande, pues, más grande de lo que' parece es, querido Glauc6n, elcombate en que se decide si se ha de ser honrado o perverso; de modo que
ni p or la exaltación de los honores ni p or la de las riquezas ni p or la de
mando alguno ni tampoco p or la de la poesía vale la p ena descuidar la
justicia ni las o tras partes de la virtud»3, Dado que a renglón seguido nos
exhorta a enrolamos en la justa guerra contra la poesía - como un san
Pablo griego, combatiendo...
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