camino de servidumbre
por Friedrich A. Von Hayek
Ha existido siempre una íntima relación entre las convicciones políticas y el modo de
enfocar los acontecimientos históricos. Las experiencias del pasado son la base sobre la
cual se construyen esencialmente nuestras opiniones acerca del carácter deseable de una u
otra política o institución, mientras que, de otro lado,nuestras opiniones políticas actuales
influyen y colorean inevitablemente nuestra interpretación del pasado. Aunque sea
demasiado pesimista la creencia de que la humanidad no aprende en general nada de la
Historia, puede ciertamente ponerse en duda que derive siempre de ella la verdad. A
pesar de que los acontecimientos del pasado constituyen la fuente donde el género
humano obtiene susexperiencias, sus opiniones no son determinadas por los hechos
objetivos, sino por las interpretaciones y fuentes escritas que le son accesibles. Apenas
nadie discutirá que nuestras ideas sobre lo bueno y lo malo de las diversas instituciones
están considerablemente determinadas por los efectos que les atribuimos en el pasado.
Apenas existe un ideal o concepto político que no implique concepcionessobre toda una
gama de acontecimientos históricos, y, a la inversa, son pocos los recuerdos históricos
que no se usan como símbolo para alguna finalidad política. Sin embargo, las ideas
históricas que nos guían en el presente no coinciden siempre con los hechos históricos;
son incluso a veces no la causa, sino, mucho más, el efecto de las convicciones políticas.
En la formación de la opinión,los mitos han jugado quizás un papel casi tan grande como
los hechos históricos. Sin embargo, apenas podemos esperar que aprovechemos las
experiencias de nuestro pasado, si los hechos en los cuales basamos nuestras
conclusiones no concuerdan con la realidad.
Es por ello probable que los historiadores influyen sobre la opinión publica de manera
más inmediata y completa que los teóricos de lapolítica que lanzan nuevas Ideas. Parece
incluso que tales ideas nuevas no penetran generalmente en amplios círculos en su forma
abstracta, sino más bien a través de su interpretación de determinados hechos. En este
sentido, el poder directo sobre la opinión pública está, al menos en un paso, más próximo
del historiador que del teórico. Y mucho antes de que el historiador profesional haga usode la pluma, la discusión cotidiana sobre los acontecimientos del pasado inmediato ha
forjado una imagen definida de estos acontecimientos, o quizás varias imágenes distintas,
las cuales influyen en la controversia contemporánea en la misma medida que cualquier
diferencia de opinión sobre el valor o la falta de valor de las nuevas teorías.
Esta influencia fundamental que ejercen lasconcepciones históricas corrientes en la
formación de la opinión política es hoy quizá menos comprendida que en otros tiempos.
Una razón de ello debe probablemente verse en el hecho de que muchos historiadores
modernos tienen la pretensión de adoptar una posición científica pura y totalmente libre
de cualquier prejuicio político. No puede evidentemente existir duda alguna de que ello
constituye unriguroso deber para el científico en la medida en que efectúa un trabajo de
investigación histórica, esto es, en la medida que los hechos, en cuanto tales, son objeto
de indagación. No hay realmente ninguna razón legítima para que los historiadores de
distintas convicciones políticas no coincidan en lo que respecta a los hechos. Pera ya al
principio de la investigación, cuando hay que decidirlas cuestiones que merecen ser
planteadas, intervienen necesariamente juicios individuales de valor. Y es también más
que dudoso que pueda escribirse una historia coherente de un período o de una serie de
acontecimientos sin interpretar los hechos de manera que no sólo se apliquen teorías
sobre la conexión de los procesos sociales, sino que se contemple a éstos a la luz de
determinados...
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