Capítulo sobre los afectos

CAPITULO SOBRE LOS AFECTOS.
Por: Hugo Ernesto Díaz Ramos.

Uno de los temas más escabrosos dentro de la Psicología es aquel referido a los afectos. Indudablemente, la Psicología no es la única disciplina del pensamiento humano que se ha interesado por los afectos, las disciplinas relacionadas con las humanidades han aportado una serie de valiosas características acerca de esas formas ydisposiciones expresivas humanas.
La riqueza en contenidos, variedades y manifestaciones de los afectos puede leerse en las diversas novelas y poemas escritos en las distintas culturas alrededor del mundo.
La literatura, por ejemplo, es una excelente muestra de una de las características de los afectos: la variedad o diversidad.
La variedad de los afectos ayuda a diseñar el contenido de los mismos yevoca, asimismo, otro de los elementos para su análisis: la presencia del otro.
Estas dos características, diversidad y presencia del otro, convergen en uno de los puntos necesarios para la convivencia entre los seres humanos: el consenso.
Tanto la diversidad, como la presencia del otro y el consenso en la convivencia humana establecen el marco en el cual se construyen los afectos, es decir,remiten a la producción social de los afectos.

I.- LA NECESIDAD DEL OTRO.

El discurso más común elaborado desde la Psicología sobre los afectos ha tenido por regla general al individuo como el depositario y usufractor de las manifestaciones afectivas.
Esta perspectiva ha acarreado consigo encerrar en el interior de la persona a los afectos y concebirlos como la producción de una compleja yextraña caja negra.
Esto ha dejado fuera de la explicación de los afectos a los otros, es decir, a todas aquellas personas relacionadas entre sí y que hacen posible, mediante el producto de estas relaciones, la vida.
La necesidad del otro queda explícita en el siguiente pasaje escrito por Marguerite Yourcenar (1988): “en lo más profundo, mi autoconocimiento es oscuro, interior, informulado, secretocomo una complicidad. En lo más impersonal empleo mi inteligencia para ver de lejos y desde lo alto mi propia vida, que se convierte así en la vida de otro. Llevado por la inercia, tiendo a una idea de mi vida parcialmente modificada por la imagen que de ella se hace el público”.
A pesar de que el discurso sobre los afectos se ha inclinado de sobremanera a explicarlos como productosindividuales, han existido planteamientos en donde se destaca la necesaria figura del otro para la construcción de los mismos.
En la cita de la escritora francesa se destaca la relación entre el observador y lo observado, en donde aún la propia reflexión del individuo sobre sí mismo lo convierte automáticamente en otro, es un juego de espejos: en el reflejo del espejo estoy yo, sin embargo, esta imagen alser observada se convierte en un otro, distinto a mí; el ojo que observa otorga forma, color, contorno, densidad a la imagen, es decir, le otorga los atributos que observo.
Entonces, imagen y observador se funden en una sola forma que adquiere una cualidad importante para los afectos, ya que “toda forma genera su propio sentimiento inherente: el sentimiento es el contenido de las formas” (FERNANDEZCHRISTLIEB 1994).
Dentro del juego de espejos que es la relación observador – observado, o más concretamente, yo – otro, el gesto es un componente primordial para poder comprender los afectos.
Si concebimos que los afectos son manifestaciones de una construcción social, entonces, debemos intentar comprenderlos a raíz de los procesos sociales constituidos por las acciones entre las personas.La búsqueda sería entonces encontrar el lugar de los gestos dentro del cuadro de actividades fundadoras de los procesos sociales; al respecto, G. H. Mead ha elaborado un espacio de comprensión mediante la argumentación siguiente: “¿Cuál es el mecanismo básico mediante el cual se lleva a cabo el proceso social? Es el mecanismo del gesto, que hace posibles las reacciones adecuadas para la conducta...