comprender la hegemonia
GIOVANNI ARRIGHI
COMPRENDER LA HEGEMONÍA – 1
Las palabras «imperio» e «imperialismo» vuelven a estar, al parecer, de moda.
Su regreso no se debe, pace John Ikenberry, al advenimiento de la «era unipolar estadounidense» en la que, «por primera vez en la era moderna, el Estado más poderoso del mundo puede operar en la escena global sin las restricciones de otras grandespotencias»1. Esa era comenzó con el colapso del
bloque soviético en 1989, pero, durante toda la década de los noventa, la
palabra que se oía en todas partes era «globalización», no imperio o imperialismo; y como indica el propio Ikenberry, el poder global sin paralelo de
Estados Unidos se solía situar todavía bajo la rúbrica de «hegemonía». Hasta
los pensadores críticos –incluidos muchos marxistas–encontraban poco útiles, desde el punto de vista analítico, los conceptos de imperio e imperialismo2. Tras la Guerra del Golfo de 1991 Bruce Cumings afirmó que habría
sido preciso un microscopio electrónico para detectar el uso del término «imperialismo» para describir el papel de Estados Unidos en el mundo3. Era sin
duda una exageración, pero contenía una parte importante de verdad.
Tampoco lapublicación de Imperio en 2000 alteró significativamente esa
situación, ya que la obra de Hardt y Negri simplemente reunía y daba un
giro radical a las tesis centrales de la terminología globalizadora, incluida
la idea de que, en las actuales condiciones de integración económica e
informativa global, ningún Estado-nación, ni siquiera Estados Unidos,
puede servir como centro de un proyectoimperialista. De hecho, Hardt
y Negri presentaban el Imperio como una lógica y una estructura del dominio mundial antitéticas en aspectos claves al imperialismo que los marxistas habían teorizado en el siglo XX4.
1
G. John IKENBERRY, «Illusions of Empire: Defining the New American Order», Foreign Affairs
(marzo-abril de 2004). Quiero agradecer aquí a André Gunder Frank, Antonina Gentile, GretaKrippner, Thomas Ehrlich Reifer, Mark Selden, Steve Sherman, Arthur Stinchcombe y Charles Tilly sus comentarios a otros artículos anteriores, parte de los cuales he incorporado a éste;
a Benjamin Brewer y Beverly Silver sus aportaciones a este estudio; y a Ravi Palat su incesante
bombardeo con pruebas a favor y en contra de mis tesis.
2
Leo PANITCH y Sam GINDIN, «Global Capitalism and AmericanEmpire», en Leo Panitch y Colin Leys (eds.), The New Imperial Challenge, Londres, 2003, pp. 2-3.
3
Bruce CUMINGS, «Global Realm with no Limit, Global Realm with no Name», Radical History Review 57 (1993), pp. 47-48.
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La Gran Depresión de la década de los treinta y el ascenso del fascismo
en Europa y Japón convencieron a Roosevelt de que era precisa una Pax
Americana para mantener laseguridad y prosperidad estadounidenses.
Pero las corrientes no intervencionistas en política exterior eran difíciles
de vencer mientras el pueblo estadounidense creyera que el aislamiento
continental preservaba su seguridad. Franz Schurmann ha argumentado
que, entre el estallido de la guerra europea y Pearl Harbor, «Roosevelt rezaba sin duda porque se produjera una demostración dramática de que
noera así». Cuando sus plegarias recibieron respuesta, «Roosevelt aprovechó astutamente los sentimientos nacionalistas suscitados por Pearl
Harbor para elaborar una ideología imperialista con la que prometía a los
estadounidenses orden, seguridad y justicia»5.
Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, no obstante, los sentimientos aislacionistas se reafirmaron. Truman y Acheson sabían muybien que las
apelaciones a la raison d’état y a los intereses económicos estadounidenses
no bastarían para superarlos. Al redactar el texto que se convertiría en la
doctrina Truman, siguieron por eso el conspicuo consejo de Arthur Vandenberg de «aterrorizar al pueblo estadounidense» exagerando la idea de la
amenaza comunista global6. Ese truco les permitió obtener el apoyo del
Congreso para...
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