Culltura De Carnaval

CULTURA DE CARNAVAL

Cuando algo me molesta en la mentalidad de esta sociedad siempre me viene a la memoria el libro “Eichman en Jerusalén” en el que la autora, Hanna Aredt una periodista americana que siguió el juicio contra este Teniente Coronel de las SS, analiza cómo pudo llegarse a semejantes barbaridades. Lo más impresionante para mí, es la incapacidad para distinguir el bien del mal:Eichmann basó su defensa en que él era únicamente un funcionario eficaz que organizaba el envío de miles de seres humanos a los campos de concentración, campos de exterminio. El mal, en estado puro.
Lo mismo ha ocurrido en Ruanda, donde se ha cometido un genocidio a machetazos, y en tantos otros sitios desde entonces. Después de que ocurre la primera vez ya es más fácil que se repita.
Y lorelaciono porque en la sociedad actual banalizamos todo: la diversión, el sexo, la política y sobre todo, el mal. Y de esto último toca hablar hoy. Banalizar el mal significa no sentirlo, ser incapaces de sentir remordimiento o culpa. Esto nos lleva a una actitud filosófica definida como nihilismo que presupone que la existencia humana no tiene ningún valor esencial superior verificable, por lo que niegatodo dogma. Nietzche creía que el nihilismo era el resultado de la muerte de Dios y Heidegger como el resultado de la duda y la desorientación del hombre actual. A mí todo esto me recuerda mi juventud en el 68, cuando me creía dios de mí mismo. Y no sólo yo, sino toda una generación que pensamos en crear un mundo mejor, aquello del final de la utopía de Marcuse. Algo se hizo bien y otras muchascosas mal, pero poco queda en mí de aquella ingenuidad revolucionaria y adolescente. Hoy creo que nuestro pecado fue la soberbia, como el de Adán y Eva: si coméis seréis como dioses, les dijo la serpiente… y comieron y comimos. Así que pensamos que podíamos hacer la revolución sin Dios, contando sólo con el hombre (Rusia, China, Cuba, Nicaragua…), y ha sido muy decepcionante ver la imposibilidad delhombre para crear un hombre nuevo. Decepcionante porque el desorden actual sigue avanzando, a pesar de todas las promesas del progreso, con su triple amenaza cada vez más grande y más seria: la nuclear, la ecológica y la del hambre.
Hemos caído en manos del capitalismo consumista hasta tal punto que tengo la sensación de que nuestro progreso no ha consistido en que dejemos de comernos unos aotros, sino en que nos comamos unos a otros con cuchillo, tenedor y servilleta. Si aquellos revolucionarios franceses del siglo XVIII que gritaban “libertad, igualdad, fraternidad” levantaran la cabeza, se quedarían profundamente avergonzados.
No creo posible, como propugnaba Tierno Galván, una instalación tranquila en la finitud, un nihilismo práctico, descafeinado, sin creer ni en Dios ni en loshombres, sólo en la tecnología que nos ayuda, pero que a la hora de la verdad y del compromiso decisivo, responde como Pilatos: ¿qué es la verdad? ¿qué es el hombre?
Hemos empezado hablando del Holocausto judío. Uno de los más destacados supervivientes el italiano Primo Levi, vivió los cuarenta años siguientes dedicado a dar testimonio de Auschwitz y acabó suicidándose en 1987 por su decepciónante la indiferencia del mundo. Vivimos instalados en una cómoda cultura del olvido, tenemos una sociedad con Alzheimer que sólo vive instantes inconexos en una realidad fragmentada, que funciona y funcionamos como en la informática: ¿eliminar? Sí, y archivo borrado.
El último eslabón de este nihilismo Light es que esto es lo que nos hace felices, estamos obligados a ser felices así y a proclamarlobien alto y hacer ver que lo somos. Es la cultura del homo felix, la ideología del capitalismo de consumo. Si no puedes consumir eres un fracasado, llevas la marca de la bestia y no podrás comprar y, por lo tanto, nunca serás feliz. Es pues una banalización de la felicidad porque la pone en primer lugar por encima del amor, la libertad, la amistad.., y todos sabemos que la felicidad es como el...