Defensa Del Sentido Comun Y Otros Ensayos- G-E-Moore
DEFENSA DEL SENTIDO COMÚN
Y OTROS ENSAYOS
EDICIONES ORBIS S. A.
Distribución exclusiva para Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay :
HYSPAMERICA
Título original: PHILOSOPHICAL PAPERS Traducción de Carlos Solís Prólogo de Javier Muguerza
© Del prólogo: Javier Muguerza © George Allen & Unwin Ltd., Londres, 1959 © 1983 por la presente edición, EdicionesOrbis, S. A.
Distribución exclusiva para Argentina, Chile, Paraguay y
Uruguay:
HYSPAMERICA EDICIONES ARGENTINA, S. A.
Corrientes, 1437, 4. piso (1042). Buenos Aires Tels. 46-4385/4484/4419 ISBN: 84-7530-432-X D.L.B. 24.422-1984 Impreso y encuadernado por Gráficas Ramón Sopeña, S. A. Provenza, 93 - Barcelona Printed in Spain
PRÓLOGO
George Edward Moore es un clásico de la filosofíacontemporánea, lo que bastaría por sí solo para justificar la empresa —cualquier cosa, por cierto, menos fácil (y acaso no muy acorde con la sensibilidad filosófica del momento, siquiera sea en nuestro país)— de traducir al castellano sus Philosophical Papers. Aun si la prosa de Moore ha sido justamente celebrada por su simplicidad y lucidez, su lectura no es lo que se dice amena. Y es dudoso quetodos los lectores se sientan igualmente compensados del esfuerzo de lidiar con su estilo literario por el prolijo tratamiento de cuestiones tales como la de si la frase «Juzgo ahora que César fue asesinado» expresa un hecho además de una proposición o la de en qué medida doy a entender que es cierto lo que digo cuando digo: «En este momento me encuentro en una habitación; estoy de pie; voy vestido;hablo en voz alta; tengo en mi mano algunas hojas escritas; hay muchas otras personas en la misma habitación; y, además, en aquella pared hay ventanas y una puerta en esta otra» ante el auditorio —más o menos estupefacto— de una sala de conferencias de esas características. Nada de ello afecta, sin embargo, a la oportunidad de la publicación de un libro como éste. Los filósofos no escriben deordinario con el propósito de servir de pasatiempo a sus semejantes, por más que muchos de ellos lo consigan —incluso sin necesidad de proponérselo— tanto en el bueno como en el mal sentido. En cuanto a la pasión por las minucias filosóficas, quizá sea tan tediosa como el delirio de grandeza de los filósofos de opuestas aficiones; pero el examen pacienzudo y riguroso de pequeñas cuestiones parece, encualquier caso, preferible al apresurado y superficial de las de más envergadura, resultando por lo demás harto difícil calibrar en razón de su tamaño los problemas de que se ocupa la filosofía. Problemas técnicos y hasta en apariencia superferolíticos, como el de si la existencia es o no un predicado, han conseguido desde Kant apasionar a una amplia gama de filósofos, fuesen cultivadores de lalógica o de la teología. Y no menos ilustres son, en dicho
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sentido, otros problemas —desde el de los universales al del escepticismo— de que también se ocupa nuestro autor en su libro. No es por ahí, por consiguiente, por donde se suscitan mis recelos sobre la posible acogida de este último en nuestro medio filosófico. Las coordenadas de nuestro medio filosófico, según es bien sabido, sedilatan por una parte hasta el siglo trece y por otra hasta el veintitantos, lo que acaso no propicie la aclimatación en su interior de la filosofía simplemente contemporánea. Eso es lo que pudiera suceder, por poner un ejemplo, con la filosofía analítica, que tiene a Moore por uno de sus fundadores y principales animadores. Aun si la importación de tal filosofía al mundo de habla castellana es defecha relativamente reciente, el análisis filosófico cuenta ya casi con tres cuartos de siglo de existencia Los reparos de quienes vean en él un tipo de pensamiento excesivamente novedoso no deben preocuparnos, pues, gran cosa, salvo por lo que se refiere a su alarmante falta de información. Más preocupantes son, en cambio, los reparos de quienes consideren obsoleto ese tipo de pensamiento, aun sin...
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