Dublineses
James Joyce
Dublineses
El libro de bolsillo
Alianza Editorial
Madrid
Título original: Dubliners
Traductor: Guillermo Cabrera-Infante
Primera edición en «El Libro de Bolsillo»: 1974
Octava reimpresión en «El Libro de Bolsillo»: 1991
© The Estáte of James Joyce, 1967© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1974, 1977, 1979, 1981, 1983,1985, 1988, 1990, 1991
Calle Milán, 38, 28043 Madrid; teléf. 200 00 45
ISBN: 84-206-1548-X
Depósito legal: M 22.350-1991
Papel fabricado por Sniace, S. A.
Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Polígono Igarsa
Paracuellos de Jarama (Madrid)
Printed in Spain
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Corregido por:Filobiblion
Índice
Las hermanas 5
Un encuentro 12
Arabia 19
Eveline 24
Después de la carrera 28
Dos galanes 33
La casa de huéspedes 41
Una nubecilla 47
Duplicados 58
Polvo y ceniza 67
Un triste caso 72
Efeméridesen el comité 80
Una madre 93
A mayor gracia de Dios 103
Los muertos 121
Nota bene 154
Las hermanas
No había esperanza esta vez: era la tercera embolia. Noche tras noche pasaba yo por la casa (eran las vacaciones) y estudiaba el alumbrado cuadro de la ventana: y noche tras noche lo veía iluminado del mismo modo débil yparejo. Si hubiera muerto, pensaba yo, vería el reflejo de las velas en las oscuras persianas, ya que sabía que se deben colocar dos cirios a la cabecera del muerto. A menudo él me decía: «No me queda mucho en este mundo», y yo pensaba que hablaba por hablar. Ahora supe que decía la verdad. Cada noche, al levantar la vista y contemplar la ventana, me repetía a mí mismo en voz baja la palabra«parálisis». Siempre me sonaba extraña en los oídos, como la palabra gnomon en Euclides y la «simonía» del catecismo. Pero ahora me sonó a cosa mala y llena de pecado. Me dio miedo y, sin embargo, ansiaba observar de cerca su trabajo maligno.
El viejo Cotter estaba sentado junto al fuego, fumando, cuando bajé a cenar. Mientras mi tía me servía mi potaje, dijo él, como volviendo a una frase dicha antes:—No, yo no diría que era exactamente…, pero había en él algo raro…, misterioso. Le voy a dar mi opinión.
Empezó a tirar de su pipa, sin duda ordenando sus opiniones en la cabeza. ¡Viejo estúpido y molesto! Cuando lo conocimos era más interesante, que hablaba de desmayos y gusanos; pero pronto me cansé de sus interminables cuentos sobre la destilería.
—Yo tengo mi teoría —dijo—. Creo queera uno de esos… casos… raros… Pero es difícil decir…
Sin exponer su teoría comenzó a chupar su pipa de nuevo. Mi tío vio cómo yo le clavaba la vista y me dijo:
—Bueno, creo que te apenará saber que se te fue el amigo.
—¿Quién? —dije.
—El padre Flynn.
—¿Se murió?
—Acá Mr. Cotter nos lo acaba de decir. Pasaba por allí.
Sabía que me observaban, así que continué comiendocomo si nada. Mi tío le daba explicaciones al viejo Cotter.
—Acá el jovencito y él eran grandes amigos. El viejo le enseñó cantidad de cosas, para que vea; y dicen que tenía puestas muchas esperanzas en éste.
—Que Dios se apiade de su alma —dijo mi tía, piadosa.
El viejo Cotter me miró durante un rato. Sentí que sus ojos de azabache me examinaban, pero no le di el gusto de levantar lavista del plato. Volvió a su pina y, finalmente, escupió, maleducado, dentro de la parrilla.
—No me gustaría nada que un hijo mío —dijo— tuviera mucho que ver con un hombre así.
—¿Qué es lo que usted quiere decir con eso, Mr. Cotter? —preguntó mi tía.
—Lo que quiero decir —dijo el viejo Cotter— es que todo eso es muy malo para los muchachos. Esto es lo que pienso: dejen que los...
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