ECONOMIA
Democracia y dictadura en América Latina en la década del ‘70 *
En primer lugar, tendré que pedir su indulgencia, tanto por la forma como por la
substancia de esta charla, ya que, por un lado, hablo muy mal castellano y, por el otro, las
conclusiones de la reflexión que voy a desarrollar me resultan muy desagradables.
Si hace diez años hubiéramos mirado el mapa político deAmérica del Sur habríamos
advertido la presencia de dictaduras militares en todos los países del continente, salvo en
Venezuela y Colombia. Diez años más tarde, encontramos gobiernos civiles en todos los
países, excepto en Chile y Paraguay; evidentemente un cambio espectacular. Pero, ¿cuál
es sus significado histórico? Existe una vasta literatura al respecto y me parece que hay
dos temas quehan adquirido algo así como una fuerza consensual en la mayor parte de
esta literatura. La primera tesis indicaría que los regímenes militares han dejado el poder,
o han sido expulsados de la escena política, porque fracasaron. Después de sus crímenes
y de los disparates cometidos en el ejercicio del poder, las dictaduras pretorianas han
caído en un profundo descrédito en la América del Sur.Segunda idea: la democracia que
ha sobrevenido después de este decenio de dictaduras represente la victoria del nuevo
conjunto de valores políticos en el continente; son los valores de la concertación y el
pluralismo, del respeto de las leyes, configurándose así una nuevo moderación y civilidad.
Un gran economista político de los EE. UU., Albert Hirschman, ha teorizado al respecto
diciendomás o menos que la democracia en América Latina, hoy, debe ser concebido no
en términos de las condiciones socioeconómicas, sino de las actitudes políticas con
respecto a la democracia (lo que él denomina “una renuncia a las certezas”) tanto sobre la
convicción ideológica como sobre su viabilidad política.
También puede observarse una postura no tan distante en la propia izquierdalatinoamericana, sintetizada tal vez en el famoso lema de Norberto Lechner (“de la
revolución a la democracia”) o, quizás, en el título del mexicano Enrique Krause:
“Democracia sin adjetivos”.
Hoy me propongo desarrollar una reflexión algo crítica respecto de estas dos
concepciones tan difundidas; vale decir, la dictadura concebida como fracaso y la
democracia concebida como conjunto de normas y discursos.Y quiero comenzar
sugiriendo un enfoque un poco heterodoxo, para averiguar los orígenes de las dictaduras
militares en sí mismas, un enfoque que pueda ayudarnos a entender sus desenlaces.
Ahora, si consideramos la época que va más o menos desde la caída de Allende hasta la
guerra de las Malvinas, podemos observar una paradoja en términos de la literatura más
antigua sobre la democracia, unaliteratura que –en contraste con la posición de
Hirschman– subraya las condiciones socioeconómicas para el establecimiento de una
democracia. De acuerdo con los criterios de esta literatura, uno esperaría que, allí donde
el desarrollo capitalista fuera más avanzado (en términos de grado de acumulación,
implantación de industrias modernas, tasas de urbanización, niveles de alfabetismo,tradiciones culturales, etc.), encontraríamos regímenes políticos más representativos, es
decir, democracia presidenciales o constitucionales con libertades cívicas y pluralidad de
partidos, mientras que allí donde hay sociedades más atrasadas socialmente, con menos
preparación cultural y una industrialización más débil o más reciente, probablemente
encontraríamos, por el contrario, regímenes másrudimentarios o represivos, tiranías
policiacas o militares. Esta perspectiva es plausible en sí misma si uno la piensa desde la
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Conferencia dictada por el Dr. Perry Anderson en la Carrera de Sociología el 16 de octubre de 1987.
perspectiva del capitalismo metropolitano, donde (por ejemplo, en los catorce o quince
países de la Organización para el Desarrollo y Cooperación Económica...
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