el embustero

Páginas: 7 (1541 palabras) Publicado: 4 de febrero de 2015
El embustero
Por si no tenía suficientes preocupaciones se le presentaba ahora el caso de Tito. Marta se sentó, cansada, en una esquina de la habitación, con un vago deseo de alejarse. De alejarse de todos, de todo, a algún lugar tranquilo y maravillosamente vacuo, donde poder, por fin, descansar.
Paseó la mirada fatigada por la habitación. Enfrente, las dos cunas de los pequeños. Al lado dela ventana, de través, para que ocupara menos espacio, la camita de Tito. Los tres dormían. Contempló las cabezas quietas, el suave compás que levantaba el embozo de las sábanas. Se pasó la mano por la frente. Sudaba.
Hacía ya mucho calor. Era quizá la primera noche de auténtico verano. Marta se levantó y abrió la ventana de par en par. Allá abajo, oscuro, el patio interior tenía algo de pozo,adonde no llegaban nunca ni el sol ni la luna. Como manchas blancas, distinguió ropas tendidas. A sus oídos llegaban retazos de conversaciones, ruidos de platos y cacharros, el chorro de agua de algún grifo. Estos sonidos, allí, en el patio a aquella hora de la noche, traían siempre el verano.
Tres veranos hacía ya que murió Rafael. Su viudedad le pesaba amargamente. Era aún joven. Muy joven, en laopinión de muchos, para recibir la carga de la vida, con aquellos tres muchachos: Tito, Rafaelín y Lolo: sus hijos. Marta cerró un instante los ojos: «Hijos —pensó—. Hijos, ¿por qué?, ¿para qué?». Marta no solía casi nunca detenerse en la tristeza. Sabía que la tristeza puede dañar como un cáncer, consumir y anular a un ser vivo. Ella no podía dejarse arrastrar por la tristeza; era eso que suelellamarse una mujer fuerte. Todo el mundo lo decía, y, sin embargo, ahora, en la noche, tras acostar a los muchachos y trabajar durante todo el día, ¿se sentía una mujer fuerte, acaso?... Desde que murió Rafael se hizo cargo de todo. Tenían un pequeño establecimiento, en los mismos bajos de la casa. Una modesta tiendecita, poco mayor que un quiosco de portal. Había ayudado siempre a Rafael yentendía el negocio. Ahora sabía continuarle. Sabía, pero ¿no estaba cansada? ¿Acaso no estaba cansada, y triste, sí, muy triste —por qué negarlo— cuando llegaba aquella hora y sentía renacer el verano? ¿Había alguna cosa en su vida que mereciera la pena? Claro está: allí estaban sus hijos, por los que luchaba todavía. Pero los hijos se alejan, los hijos crecen y se apartan, como la vida misma. ¿No teníaderecho, quizá, a sentirse un tanto desesperanzada? Nada cabía ya, para ella. Nada le estaba reservado a ella.
Recogió con gesto maquinal un zapato de Tito, y lo unió a su compañero. «Tito», se dijo, con un suspiro. Tito cumplió ya seis años. «He aquí otra preocupación». Sí: por fútil que pareciera. Tito ya empezaba a hacerle sentir el peso de una personalidad ajena a ella, de un mundo totalmenteapartado de su propio mundo. «Una les da la vida, y la vida de ellos nada tiene que ver con la nuestra», se dijo, pensativa. Tito no se parecía a nadie. Ni a Rafael ni a ella. Tito era absolutamente diferente. Inquieto, pensativo, sorprendente. Y, sobre todo, aquello que empezaba a preocuparla seriamente: embustero. Sí, realmente, Tito era un redomado mentiroso. «Un incorregible mentiroso». Alprincipio no hizo demasiado caso: las mentiras eran inocentes. Más que mentiras, se podían llamar «fantasías». Pero últimamente… Últimamente los embustes de Tito la hacían vivir con el alma en un hilo. Ensayó castigos, razones, halagos, incluso azotes… Nada. No conseguía nada. Tito la miraba muy serio, con sus ojos negros de forma de almendra, aquellos ojos que parecían llenos por la niña —comoredondas, húmedas y brillantes uvas negras— y desataba su pecadora lengua, haciéndola dudar a veces de su propia sombra. ¿Por qué mentía Tito? No lo sabía. No podía saberlo. Y empezaron a llegarle las quejas: los vecinos, los tenderos, el director del colegio… Marta se sentía impotente y desolada.
Contempló la cabeza de Tito, que reposaba inocente sobre la almohada. «¿Qué habrá dentro de esa...
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