el mercader de venecia
Dirección: Michael Radford.
Países: Reino Unido, Luxemburgo e Italia.
Año: 2004.
Duración: 138 min.
Género: Comedia dramática.
Interpretación: Al Pacino (Shylock), Jeremy Irons (Antonio), Joseph Fiennes (Bassanio), Lynn Collins (Porcia), Zuleikha Robinson (Jessica), Kris Marshall (Graciano), Charlie Cox (Lorenzo), Heather Goldenhersh (Nerissa),Mackenzie Crook (Lancelot Gobbo), John Sessions (Salerio), Gregor Fisher (Solanio), Allan Corduner (Tubal).
Guión: Michael Radford; basado en la obra de William Shakespeare.
Producción: Cary Brokaw, Barry Navidi, Jason Piette y Michael Lionello Cowen.
Música: Joselyn Pook.
Fotografía: Benoît Delhomme.
Montaje: Lucia Zucchetti.
Diseño de producción: Bruno Rubeo.
Vestuario: Sammy Sheldon.Estreno en Reino Unido: 3 Dic. 2004.
Estreno en España: 23 Septiembre 2005.
Enmarcada en la Venecia del siglo XVI, esta eterna comedia dramática de Shakespeare si-gue el destino y la fortuna de un grupo de no-bles cristianos y de su relación con el presta-mista judío Shylock. Antonio (Jeremy Irons) acepta dinero prestado de Shylock (Al Pacino) para ayudar a su jo-ven y arruinado amigo Bassanio(Joseph Fiennes) a conquistar la mano de la bella Porcia (Lynn Collins). Enojado por los insultos que le profiere Antonio, Shylock deja muy claras las condiciones que se deberán cumplir en caso de que aquél se demore en el pago del préstamo. Cuando los negocios de ultramar de Antonio se van al traste por culpa de una tormenta, Shylock se enfurece todavía más pues su hija se ha fugado con el nobleLorenzo (Charlie Cox). Al no devolvérsele el préstamo, Shylock reclama que se le resarza con una libra de carne del propio Antonio. Cuando, con desespero, Bas-sanio trata de evitar este destino reservado a su amigo, sobreviene la ayuda milagrosa de alguien inesperado.
CRÍTICA
Rara es la temporada en que no nos llega una adaptación más o menos li-bre de Shakespeare a la cartelera. Sinembargo, decir ‘adaptación’ es una eufemística alusión a un género muy popular y estancado en su propia fórmula de éxito, ya que los ‘trasva-ses’ del dramaturgo inglés suelen te-ner mucho más de espejo barroco que de adaptación en su verdadero sentido. Cierto es que arriesgarse con las sagradas escrituras de Shakes-peare les pinta a muchos un alto pre-cio, e incluso rodear los versos clási-cos conapariencias modernas termina como un ejercicio de mucho descaro y poca imaginación. La coletilla de promoción que propa-gan directores y actores, la que asegura con razón que los temas de estas obras de teatro son universales, se ha convertido en un escudo que protege el conservadurismo de escena y arroja lejos cualquier reproche por su falta de ideas propias. Dentro de la rigi-dez de los siglos sepueden realizar diversas lecturas, paralelis-mos, estudios de efectos, cambios de género, de sexo, de decora-do…, pero está claro que al hombre le gusta bracear a contraco-rriente y avistar el pasado con una mirada en exceso benévola o de grave interés, en lugar de dejarse llevar río abajo a lo que es propio de su tiempo. Esta es la forma en que sobreviven épocas desvane-cidas y obras escritas apluma. Si bien los oropeles que les adjun-tamos muchas veces no tienen nada que ver con la suciedad real de un teatro inglés del siglo XVI y una Venecia con más contami-nación que romanticismo, lo cierto es que funcionan.
La, llamémosla así, nueva adaptación de "El mercader de Vene-cia" se ajusta a lo mencionado: resulta correcta, lineal, literal y literaria, un recital que ha seleccionado conmimo y entre al-godones los diálogos del papel sin añadir muchos intrusos o dejando que asomen con la misma naturalidad –antaño sutileza, hoy aburrido titubeo– que en el original, como la homosexualidad, la hipocresía religiosa y la supervivencia social a través del autoen-gaño. A Michael Radford se le nota tan entusiasmado por el cali-bre del encargo que firma guión y dirección en tinta de oro...
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