Ensayo
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Horas Antes.- Aplauso premonitorio. "Estaba feliz", dijo Kenny Ortega, director de los ensayos en Staples Center, Los Ángeles. This is it!, retorno y despedida definitiva de Jackson de los escenarios, agotó las entradas para sus 50 fechas en Londres. El escenario de US$ 30 millones iba a incluir muñecos de 6 m., pantallas 3D, arañas gigantes y una camaen llamas. |
“Hoy se está aplicando el doble”, entonaba Michael Jackson en “Morphine”. Una composición de 1997 donde habla del Demerol, el narcótico tan mentado. También de los paros cardíacos y el tema racial. Mientras sus biógrafos peinan su cancionero en busca de más claves, los deudos esperan la segunda autopsia del llamado Rey del Pop. En dosis altas, la meperidina (de nombre comercialDemerol) puede ralentizar la respiración al borde de la asfixia. Según el medio que anunció su muerte, TMZ, un miembro de la familia ha confirmado que recibía inyecciones diarias. El médico particular de Jackson ha negado que se le haya aplicado el fármaco horas antes del reporte de su muerte. Las drogas mataron a Michael, ha dicho Deepak Chopra, amigo personal del divo.
Abundan los obituarios enblanco y negro. Las semblanzas que van de rey a monstruo en dos líneas. Las necrológicas llenas de hipérboles, adjetivos calificativos y mala poesía. Los perfiles a distancia y los análisis psicológicos sin diván. La desaparición de Michael Jackson el último 25 de junio ha polarizado aún más a su público, es decir al mundo. En tiempos de políticas identitarias y orgullosas minorías, su asexualidadfue una agresión. Su cambio de color, una aberración. Con Michael Jackson –como ha dicho el periodista español Javier Blánquez– la música se vuelve incolora, hiperproducida y prefabricada.
Pero cuando Michael Jackson (Indiana, 1958) apareció por primera vez en un escenario, la música anglosajona aún podía dividirse en colores. Las composiciones de los blancos, el blues de los negros, las cancionesde protesta de alguno que otro rojo. Era 1968, y hacía tiempo que la música afroamericana no era más exclusividad del ghetto. El rubio Elvis se había teñido el pelo para robar el fuego de la negritud para el sello RCA Victor. Buddy Holly había abandonado el country más rancio por esa fiebre vulgar tan lucrativa llamada rock ‘n’ roll. Bill Haley había adoptado a ese hijo ilegítimo y registrado supartida de nacimiento en 1954 con “Rock Around the Clock”. La élite blanca se había apropiado de todos los descubrimientos musicales de la negritud. De su jerga (“rock and roll”), de su ritmo (el ragtime) y de su baile (el foxtrot). Hasta el mito del tamaño había sido cuestionado (se pensaba que para interpretar el boogie woogie necesitabas tener unas manazos). Estaba claro qué color había dominadola escena.
Michael Joseph Jackson era uno de The Jackson 5, el caballito de batalla de la disquera negra Motown Records. Los Jackson eran uno de esos combos familiares de rythm ‘n’ blues. Su principal competencia era The Osmonds, quinteto blanco mormón que también explotaba –a su manera– los cánticos seudoreligiosos del soul. Los Jackson eran la cola de una larga estela reivindicativa quesacaba réditos del mestizaje musical o crossover: Lionel Richie, Diana Ross & The Supremes, The Commodores. Largo y heroico etcétera. Motown Records era el último bastión de la música negra, pero maltrataba a sus músicos. El propio Marvin Gaye terminó odiando al negrero sello negro. Medio centavo por cada sencillo vendido. Dos centavos por cada larga duración. De aquel monto había que descontar losgastos de producción. La esclavitud del negro por el negro, o casi. ¡No me digas negro ni blanco! (“Don’t you black or white me!”) cantaría años después un descreído Jackson en su sencillo “They Don’t Care About Us”.
Motown se apropió de todos los derechos, incluyendo el del nombre de la agrupación. De su carrera solista iniciada en 1971 se rescata su disco de amor a una rata. Ben (1972) era un...
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