Escala crítica
Edición: Adrián Fernández Diez Dirección artística y diseño de cubierta: Alfredo Montoto Ilustración de cubierta: Jorge Carlos Acevedo Montalvo Marcación tipográfica: Belinda Delgado Díaz Diagramación: Rinaldo Acosta Pérez-Castañeda © Modesto Milanés, 2009 © Sobre la presente edición: Editorial Letras Cubanas, 2009 ISBN978-959-10-1604-1 Instituto Cubano del Libro Editorial Letras Cubanas Palacio del Segundo Cabo O’Reilly 4, esquina a Tacón, La Habana, Cuba E-mail: elc@icl.cult.cu
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Para mis padres: Sara Soria y Modesto Milanés
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EL ENIGMA DE BIANCO (UNA NOTA SOBRE SUSENSAYOS)
Uno de los posibles temas que propone la figura de cualquier escritor es verificar la relación entre su vida y su obra, entre persona literaria y persona biográfica, y cómo esta obra, que puede ser breve o extensa, valiosa o insignificante, expresa cabalmente una personalidad. En este sentido, la vida de José Bianco (1908-1986) —uno de los escritores argentinos más singulares del siglo XX— parecejustificar la naturaleza de su obra, intensa y lúcida pero al mismo tiempo carente de énfasis, moderada, discreta. Hacia 1948, Borges razonaba la extraña gloria parcial que le había tocado en suerte a Quevedo: «Para la gloria —nos dice— no es indispensable que un escritor se muestre sentimental, pero es indispensable que su obra, o alguna circunstancia biográfica, estimulen el patetismo», y másadelante: «Virtualmente, Quevedo no es inferior a nadie, pero no ha dado con un símbolo que se apodere de la imaginación de la gente».1 Las palabras de
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Jorge Luis Borges: «Quevedo», en Otras inquisiciones, Madrid, Alianza Editorial, 1998, pp. 61 y 62.
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Borges, válidas para tantas vidas de escritores, se ajustan perfectamente al destinoliterario de Bianco. Si seguimos las ideas de Edmund Wilson en El arco y la herida, ideas que basan una teoría de la literatura en la desdicha personal de los autores, veremos cuán difícil es encontrar una «razón» para la obra de Bianco; este no sufrió crueles ni largas enfermedades, no vivió a la sombra de la desesperación, no fue —por muchas razones— un hombre desdichado. Tampoco estamos enpresencia del «artista como sufridor ejemplar», tal como lo fueron Góngora y Flaubert para Borges; Valéry, Mallarmé y Fitzgerald para Cioran, o Cesare Pavese para Susan Sontag. ¿A qué atribuir entonces el enigma de Bianco, un autor cuya vida no estuvo marcada por el aura trágica y patética de las enfermedades, el alcoholismo o el suicidio; un autor cuya obra permanece en la relativa ignorancia de losgrandes circuitos comerciales, pero que produce un fuerte sentimiento de amistad y admiración en quienes lo frecuentan? El autor de Sombras suele vestir fue, como Juan Rulfo y María Luisa Bombal, creador de una obra breve pero al mismo tiempo de las más personales de Hispanoamérica. Sin embargo, este «escritor de escritores», este «notable y noble estilista» —elogiado por Jorge Luis Borges, CarlosFuentes y Octavio Paz— resulta poco menos que un desconocido para el gran público. Recordando su encuentro con Albert Camus en 1946, Bianco diría irónicamente: «Yo era entonces lo que en cierta forma continúo siendo ahora: un escritor sudamericano que 8
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algunas personas conocen en su propio país». Años después, en una página de 1985, Borgesafirmaba: «José Bianco es uno de nuestros primeros escritores y uno de los menos famosos»; en esa misma página, Borges trata de resolver el enigma: La explicación es fácil: Bianco no cuidó nunca su fama, esa ruidosa cosa que Shakespeare equiparó a una burbuja y que ahora comparten las marcas de cigarrillos y los políticos. Prefirió la lectura, la escritura de buenos libros, la reflexión, el ejercicio...
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