Etica Medica
Bioética médica: de las declaraciones y los proyectos a un estatuto académico y una realidad clínica
Rev Med Uruguay 2006; 22: 3-5
Bioética médica: de las declaraciones y los proyectos a un estatuto académico y una realidad clínica
Donde hay amor al hombre también hay amor a la ciencia. Tratados Hipocráticos. Preceptos 6(1)
Hacia el año 400 antes de nuestra era el médicohipocrático llevaba su arte por las ciudades de Grecia(2): “En Tasos, a la mujer de Filino, que había parido una niña, al haberse producido la evacuación loquial... y encontrándose libre de cuidados, en el decimocuarto día después del parto la atacó una fiebre violenta con escalofríos intensos...”. “Al Clazomenio, que yacía enfermo cerca del pozo de Friníquides, le atacó una fiebre violenta. Y ledolían la cabeza, el cuello y la región lumbar desde principio y enseguida sordera...”. Son cuarenta y dos detalladas historias clínicas. Veinticinco de esos casos terminan en la muerte. El médico sabía que debía “ejercitarse respecto a las enfermedades en dos cosas, ayudar o al menos no causar daño”, y que “el arte consta de tres elementos, la enfermedad, el enfermo y el médico”(3), tríadaparadigmática de la medicina hipocrática. Reconocerá que no sólo no debe causar daño, también conocerá sus límites: había casos que dada su gravedad y una muerte inevitable, no debería tratar. En su elección, en la limitación del tratamiento, el médico hipocrático estaba solo. Sus referencias eran su arte, sus códigos éticos y su conciencia. El 9 de marzo de 1960 en Seattle, Washington –ahora losdatos serán más precisos– el maquinista Clyde Shields, de 39 años, moría de una insuficiencia renal irreversible. El mes anterior, el doctor B.H. Scribner había inventado una pequeña cánula de plástico que colocada en una fístula arteriovenosa, fístula que se realizó en el brazo de Clyde, y unida por un circuito a una máquina –inventada mucho antes por el doctor W. Kolff en Holanda bajo la ocupaciónnazi– podía conectarse y desconectarse cuantas veces se quisiera(4). Nacía la hemodiálisis crónica, y Clyde Shields pudo escapar de la muerte. Pero se calculaban en 20.000, en Estados Unidos, los enfermos con insuficiencia renal crónica en etapa terminal más los nuevos pacientes que aparecían cada día. Lo sucedido después es conocido: el impacto de cada nuevo desarrollo técnico determina lasolución de un problema; pero se crean en vasta proporción muchos otros. La oferta superaba los recursos. El Seattle Artificial Kidney Center disponía de solo nueve camas, y el costo del procedimiento era elevado: U$S 10.000 –dólares de 1960– anuales. La irrupción de una técnica, cuya aplicación era capaz de decidir la vida o la muerte, enfrentó a los médicos y a la institución a situaciones ypreguntas que no habían imaginado antes. ¿Quiénes se deberían beneficiar con la nueva técnica? ¿Quién o quiénes determinaban qué pacientes serían beneficiados y quiénes no, llevando a estos a una muerte irremediable? El médico del siglo XX no estaba preparado para la toma de decisiones de ese tenor. El arte, los códigos, la conciencia individual del médico hipocrático ya no eran suficientes. Laspreguntas desbordaban su saber y su praxis. En una decisión sin precedentes, el centro nombró un comité que debería seleccionar, de acuerdo a lo considerado por médicos y psiquiatras, los pacientes que se beneficiarían de la técnica. El comité, anónimo, estaba formado por un pastor, un abogado, un ama de casa, un hombre de negocios, un dirigente laboral y dos médicos especialistas no nefrólogos. Seestudiaba caso por caso teniendo en cuenta la situación personal, social, psicológica y económica de los candidatos, si tenía personas a su cargo, etcétera. La palabra aún no existía, y aunque sus integrantes no lo supieran, se había conformado el primer comité de bioética, interdisciplinario e intercultural. Como todo acto médico cuya intervención suponga la elección entre la vida y la muerte, las...
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